Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario ciclo C
Ambientación inicial
Nos reunimos para celebrar la eucaristía en el domingo trigésimo tercero del tiempo ordinario. Hoy, el evangelio nos invita a estar atentos a los signos de los tiempos y, un año más celebramos en este día la Jornada de los Pobres, instituida hace nueve años por el papa Francisco.
La oración de los pobres es un clamor que llega al corazón de Dios; los pobres ocupan un lugar privilegiado ante Él, y todos estamos llamados a ser solidarios con ellos. La oración y la caridad van de la mano: nuestra oración no puede quedar en palabras, debe transformarse en actos concretos de amor y servicio. Escuchar el clamor de los pobres es una invitación a la humildad y a reconocer nuestra propia pobreza.
Hoy, en esta Jornada Mundial de los Pobres, acojamos la llamada a estar cercanos a los más necesitados, como Jesús nos enseñó, y hagamos nuestra su oración, confiando en que el Señor siempre escucha y responde a los humildes y sufrientes.
Rito del perdón:
- Tú que siendo rico te hiciste pobre por nosotros. Señor, ten piedad.
- Tú que quisiste ser uno de nosotros menos en el pecado. Cristo, ten piedad,
- Tú que, por tu encarnación, te has unido a toda persona. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
El lenguaje apocalíptico resulta extraño en nuestra cultura. Y, sin embargo, muchas de las cosas que suceden en el mundo ponen en crisis nuestras convicciones y seguridades. La Palabra de Dios nos exhorta a que, aun en medio de las situaciones más adversas, hagamos gala de una esperanza confiada y activa, fiados en la Palabra de Jesús.
Lectura de la profecía de Malaquías.
HE aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.
R/. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.
Al Señor, que llega
para regir la tierra. R/.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.
HERMANOS:
Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.
No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo.
A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: «Yo soy», o bien: «Está llegando el tiempo»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que, al abrazar la oración de los pobres y escuchar su clamor, sea un testimonio vivo del amor de Dios hacia los más necesitados. Roguemos al Señor.
- Por los que dirigen las naciones y por los que tienen responsabilidades en el campo económico y social, para que promuevan una sociedad más justa y solidaria, poniendo en el centro a los pobres y marginados. Roguemos al Señor.
- Por el fin de todas y cada una de las guerras que asolan el planeta, y que generan tanta muerte, sufrimiento y pobreza. Roguemos al Señor.
- Por los que están en desempleo, los enfermos, los que carecen de cultura y formación, los migrantes y los que no tienen un hogar digno, para que encuentren en nuestras comunidades acogida, ayuda y esperanza. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, reunidos en esta celebración, para que sepamos interpretar los signos de los tiempos y mantengamos una actitud creyente y confiada en medio de las dificultades. Roguemos al Señor.
Rito de la paz
Hoy nos comprometemos a trabajar por la paz entre los compañeros de trabajo o estudios.
Oración después de la comunión: “Abre nuestros ojos”
Señor, has venido a traer una buena noticia
a pobres, marginados vencidos.
Has puesto sus gritos en tu boca.
Abre nuestros ojos a los que sufren cada día
la estafa, los golpes y las injusticias
del reino del dinero y de la guerra,
y de los poderes que les sirven
en lugar de servir a las personas.
Empapa nuestros corazones de justa cólera.
Haznos lúcidos y responsables.
Quítanos tanta prudencia y miedo.
Danos fuerza y osadía.
Purifica y sostén nuestros compromisos
en las acciones sociales y políticas,
para que la dignidad y la fraternidad
no sean palabras engañosas y vacías
para pobres, marginados y vencidos.
Pon en todas nuestras opciones y luchas
generosidad, amor y esperanza.
Que nuestro testimonio siga siendo buena noticia,
la tuya, para quienes Tú más quieres,
tus hijos pobres, marginados y vencidos.