Domingo XIX del Tiempo Ordinario ciclo A

Ambientación inicial:

La vida, incluso en vacaciones, tiene sus dificultades y a veces resulta dura, por eso necesitamos cerca a personas con las que desahogar nuestros cansancios y descargar nuestras frustraciones. Recurrimos a Dios, que nos sorprende con su sinceridad y su crudeza, pero al final merece la pena. Vamos a alimentar esa relación amistosa con quien nos comprende, nos echa una mano y nos da ánimo para seguir caminando.

Rito del perdón:

  • Tú, Padre bueno, que nos comprendes y sabes que necesitamos la experiencia del perdón. Señor, ten piedad.
  • Tú, Jesús, que eres nuestra esperanza. Cristo, ten piedad.
  • Tú, Espíritu familiar, que nos pones en relación con los demás y nos invitas a la unión y a la vida compartida. Señor, ten piedad. 

Ambientación a la Palabra:

Los procesos de fe son largos y difíciles. A Elías le cuesta entender que Dios no ejerza de poderoso y eficaz para que todo el mundo lo reconozca. A Pedro le cuesta entender que no juegue a milagros. A nosotros nos cuesta entender que Dios ha hecho la vida y la quiere y la respeta en sus lentos procesos.

Lectura del primer libro de los Reyes

En aquellos días, cuando Elías llegó hasta el Horeb, el monte de Dios, se introdujo en la cueva y pasó la noche. Le llegó la palabra del Señor, que le dijo:
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».
Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor.
Después del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el mano, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Digo la verdad, no miento ─mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo─: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».

Oración de los fieles:

  • Para que aumente en la Iglesia el número de creyentes de fe madura y personal. Roguemos al Señor.
  • Para que ofrezcamos a los que andan desorientados en su relación con Dios un sentido profundo de nuestra actitud religiosa. Roguemos al Señor.
  • Para que los jóvenes, educados sin referencia a Dios, encuentren compañeros que les ayuden a superar sus dudas. Roguemos al Señor.
  • Para que la atención a las situaciones de necesidad y tristeza en la que viven muchos sea nuestra mejor forma de mostrar al Dios que nos invita a ser humanos, sensibles y solidarios. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que sintamos vivo y presente a Jesucristo Camino, Verdad y Vida. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

Jesús, vuelve y dinos lo que es ser hermanos y hermanas:
Porque podemos amar y construir solidaridad
a pesar del individualismo, la corrupción y la injusticia;
abrir la mano y ofrecerla siempre.
Jesús, vuelve y dinos lo que es tener dignidad
como imágenes e hijos de Dios:
Porque podemos dar la cara por nuestros derechos,
a pesar del paro, la precariedad y el hambre;
organizarnos y luchar con nuestros hermanos
y por nuestros hermanos como tú.
Abre nuestras manos y mueve nuestros pies,
para construir un mundo distinto,
de hijos de Dios y hermanos todos.
Jesús, vuelve. Necesitamos tu Evangelio.