Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario ciclo B
OCTAVA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Ambientación inicial
Nos reunimos para celebrar la eucaristía en el domingo trigésimo tercero del tiempo ordinario. Hoy, el evangelio nos invita a estar atentos a los signos de los tiempos, como la higuera que brota, para reconocer que el Señor está cerca. Un año más celebramos en este día la Jornada de los Pobres, instituida hace ya ocho años por el papa Francisco. El lema de este año es «la oración del pobre sube hasta Dios», y está tomado del libro del Sirácida, en el Antiguo Testamento.
A partir de ese lema entendemos que la oración de los pobres es un clamor que llega al corazón de Dios. Nos recuerda que los pobres ocupan un lugar privilegiado ante Él, y que estamos llamados a ser solidarios con ellos, no solo materialmente, sino también espiritualmente.
La oración y la caridad van de la mano: nuestra oración no puede quedar en palabras, sino que debe transformarse en actos concretos de amor y servicio. Escuchar el clamor de los pobres es una invitación a la humildad y a reconocer nuestra propia pobreza, porque todos somos mendigos ante Dios.
Hoy, en esta Jornada Mundial de los Pobres, acojamos la llamada a estar cercanos a los más necesitados, como Jesús nos enseñó, y hagamos nuestra su oración, confiando en que el Señor siempre escucha y responde a los humildes y sufrientes.
Rito del perdón:
- Defensor de los pobres. Señor, ten piedad.
- Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad,
- Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
Para la mentalidad de las primeras comunidades cristianas el final de los tiempos era algo inminente y el texto de Marcos, que vamos a leer ahora, refleja esa mentalidad. Marcos se vale de las imágenes apocalípticas para presentarnos a Jesús como el juez supremo del bien y el mal. Al final resplandecerá la verdad, los seres humanos nos encontraremos con la revelación definitiva del bien y el mal, del acierto y del error. Jesús es la norma definitiva de vida. No aceptarlo es equivocarse.
Lectura de la profecía de Daniel
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo: todos los que se encuentran inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.
Ahora bien, donde hay perdón, no hay ya ofrende por los pecados.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia , el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».
Oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que, al abrazar la oración de los pobres y escuchar su clamor, sea un testimonio vivo del amor de Dios hacia los más necesitados. Roguemos al Señor.
- Por los que dirigen las naciones y por los que tienen responsabilidades en el campo económico y social, para que promuevan una sociedad más justa y solidaria, poniendo en el centro a los pobres y marginados, conscientes de que ante Dios todos somos necesitados. Roguemos al Señor.
- Por el fin de todas y cada una de las guerras que asolan el planeta, que generan muerte, sufrimiento y pobreza. Que los poderosos renuncien a la violencia y escuchen el clamor de las víctimas inocentes. Roguemos al Señor.
- Por las vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida religiosa y al laicado comprometido, para que quienes son llamados, respondan con humildad y generosidad, siguiendo el ejemplo de Cristo, amigo de los pobres. Roguemos al Señor.
- Por los que están en desempleo, los enfermos, los que carecen de cultura y formación, los migrantes y los que no tienen un hogar digno, para que encuentren en nuestras comunidades acogida, ayuda y esperanza. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, reunidos en esta celebración, para que el encuentro con Cristo en la eucaristía nos impulse a vivir una caridad auténtica, traducida en gestos concretos de amor hacia los pobres. Roguemos al Señor.
Oración después de la comunión: “Abre nuestros ojos”
Señor, has venido a traer una buena noticia
a pobres, marginados vencidos.
Has puesto sus gritos en tu boca.
Abre nuestros ojos a los que sufren cada día
la estafa, los golpes y las injusticias
del reino del dinero y de la guerra,
y de los poderes que les sirven
en lugar de servir a las personas.
Empapa nuestros corazones de justa cólera.
Haznos lúcidos y responsables.
Quítanos tanta prudencia y miedo.
Danos fuerza y osadía.
Purifica y sostén nuestros compromisos
en las acciones sociales y políticas,
para que la dignidad y la fraternidad
no sean palabras engañosas y vacías
para pobres, marginados y vencidos.
Pon en todas nuestras opciones y luchas
generosidad, amor y esperanza.
Que nuestro testimonio siga siendo buena noticia, la tuya,
para quienes Tú más quieres, tus hijos pobres, marginados y vencidos.