Domingo XXXII TO ciclo A

Ambientación inicial:

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía, presencia real de Jesús, el Señor, en medio de la comunidad. Hoy celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, bajo el lema “ORGULLOSOS DE NUESTRA FE”. Se nos invita a ser agradecidos por el don de la Iglesia y por tantas personas que realizan montón de labores en la Diócesis de Madrid y en cada una de las parroquias que la forman.

Rito del perdón:

  • Tú, que no has venido a ofrecer la salvación para todos. Señor, ten piedad.
  • Tú, que nos has regalado el don de la fe. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que nos llamas a vivir la fe en comunidad Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

Conforme nos acercamos al final del año litúrgico, la palabra de Dios nos invita a meditar sobre nuestro futuro, sobre las realidades últimas y definitivas, más allá de la muerte física. Pero esto no quiere decir que nos evadamos del presente, sino justo lo contrario: pensar en esas realidades nos ayuda a vivir de manera más coherente nuestra fe, nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestro compromiso con la sociedad.

Lectura del libro de la sabiduría

Radiante e inmarcesible es la sabiduría,
la ven con facilidad los que la aman
y quienes la buscan la encuentran.
Se adelanta en manifestarse a los que la desean.
Quien madruga por ella no se cansa,
pues la encuentra sentada a su puerta.
Meditar sobre ella es prudencia consumada
y el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones.
Pues ella misma va de un lado a otro
buscando a los que son dignos de ella;
los aborda benigna por los caminos
y les sale al encuentro en cada pensamiento.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses

No queremos que ignoréis, hermanos, la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.
Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.
Esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto; pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar; después nosotros, los que vivimos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre nubes al encuentro del Señor, por los aires.
Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, la prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A media noche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, pueblo de Dios, para que fiel al evangelio, mantenga encendida la fe y sepa presentar el mensaje cristiano de forma atrayente para todos. Roguemos al Señor.
  • Por nuestro obispo José, para que iluminado por el Espíritu sepa acompañar, en medio de tantas dificultades, a la iglesia a él encomendada. Roguemos al Señor.
  • Por nuestra Iglesia diocesana y por nuestra parroquia, para que seamos una familia unida por la fe, donde cada uno aporte los dones que Dios le ha dado. Roguemos al Señor.
  • Por los responsables de la sociedad, para que no defrauden las esperanzas de los pobres y les hundan en el desaliento. Roguemos al Señor.
  • Por los jóvenes, para que no se dejen deslumbrar por falsos y fáciles paraísos. Roguemos al Señor.
  • Para que orgullosos de nuestra fe, sepamos compartirla con los que nunca la tuvieron o la han perdido. Roguemos al Señor.
  • Para que el sueño de una fraternidad universal no nos deje dormir y nos haga vivir despiertos. Roguemos al Señor.

Oración después de la comunión:

“Caminos de crecimiento”

Arraigo sin inmovilidad,
vigor sin tormento,
serenidad sin indiferencia,
presencia sin avasallamiento,
humildad sin sumisión, 
creatividad sin temor,
solidaridad sin pesadumbre,
pobreza sin lamento,
pero, sobre todo, esperanza alegre
y renovada fidelidad:
Estos son los caminos, Señor,
que nos llevan a vivir en perenne crecimiento
a pesar de las oscilaciones de la historia
en estos tiempos de duda e inclemencia.