Domingo XXIII del Tiempo Ordinario

Ambientación inicial

¡Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía! Todos estamos invitados a seguir los pasos de Jesús. Él nos llama por nuestro nombre y quiere que formemos parte de su grupo. Esto supone un nuevo modo de vivir y de actuar, renunciando a todo lo que nos aleja de él y poniendo todas nuestras capacidades y recursos al servicio del Evangelio. Dispongámonos a celebrar con alegría la fiesta de la comunidad.

Acto penitencial:

  • Ayúdanos a poner nuestra con fianza en ti. Señor, ten piedad.
  • Danos fuerza para renunciar a lo que nos ata. Cristo, ten piedad.
  • Haznos valientes para cumplir tu voluntad. Señor, ten piedad.

Ambientación a la palabra:

            La Escritura nos da siempre mensajes muy claros que todos podemos entender. No podemos seguir a Jesús y quedarnos como estamos. La fe supone renuncias y exige un cambio de vida que nos aproxime más a la vida del Señor. La persona que se ha encontrado con Jesucristo queda transformada y establece unas nuevas relaciones con todo y con todos. Dios nos irá desvelando su proyecto, a nosotros nos queda estar disponibles para escuchar su llamada y responderle.

Oración de los fieles, respondemos:   “DANOS TU FUERZA, SEÑOR”

  • Por la Iglesia y todos los cristianos, para que seamos testigos coherentes y audaces del Evangelio. Oremos.
  • Por las familias cristianas, por las comunidades parroquiales y religiosas, y por todos los grupos cristianos, para que sepamos ayudarnos mutuamente en el seguimiento de Jesús. Oremos.
  • Por las personas que sufren enfermedad, soledad o violencia, para que estemos cerca ellas y les ayudemos a salir de esas situaciones. Oremos.
  • Por nuestro mundo y por cada uno de sus habitantes, para que nos mueva la búsqueda del bien común por encima de los intereses particulares. Oremos.
  • Por todos los niños y niñas que los próximos días inician un nuevo curso, para que toda la comunidad educativa esté al servicio de su crecimiento integral. Oremos
  • Por los que estamos celebrando la Eucaristía, para que sepamos seguirte cargando con la cruz de cada día. Oremos.

Después de la comunión:

Pon tu palabra en medio de mi vida.
Pon mi vida en tu mano, pon tu mano
en la voz que ahora digo.
Pon el sol en mis ojos, pon tus ojos
aquí, en estas preguntas;
tus caminos trázalos en los míos.
Quiero irme en tu marcha,
quiero darles tu música a mis pasos.
Estos hombres que veo,
que me miran, a los que yo les hablo,
que preguntan al pasar por tus señas,
son, seguro, el destino marcado
de mi vida, mi mano, mi palabra.
Ponme de par en par para que te encuentren.