Festividad de la Santísima Trinidad

Ambientación inicial:

Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres personas. Este Misterio nos ayuda y nos anima a nosotros, comunidad cristiana, a modelar nuestra vida, tomando como modelo la vida misma de Dios, viviendo en comunión con Él y con los hermanos.
Recordamos cómo el Padre se acerca a nosotros, abrazando a la humanidad con amor y compasión.

(Se presenta el globo terráqueo)

Cómo el Hijo nos muestra el camino hacia la verdadera vida, camino de transformación y esperanza; cómo el Espíritu nos da energía para seguir adelante.

(Se presenta el leccionario)

Al celebrar el misterio de la Trinidad, somos llamados a ser testigos de esa unidad y de ese amor. A abrir caminos de esperanza, a vivir la vida nueva que Dios nos da.        

(Se presenta una vela)

Rito del perdón:

  • Pedimos perdón por no vivir la llamada de Dios a la unidad y a la esperanza. Señor, ten piedad.
  • Perdón, Señor, por no ir por el camino de la vida y de la conversión. Cristo, ten piedad.
  • Perdón, Señor, por no confiar en ti, y no seguirte y vivir en tu amor. Señor, ten piedad.

Ambientación a la palabra:

Dios es sabiduría. Saber y conocimiento divino que nos ha creado, nos hace el centro del cielo y de la tierra. Todo es un designio de amor y de entrega. Y nos ha dado la salvación y la paz, nos hace capaces de superar todo mal. Mucho nos cuesta acabar de descubrir y vivir este misterio, pero caminamos hacia la verdad plena.

Lectura del libro de los proverbios   (Prov 8, 22 – 31)

Esto dice la Sabiduría de Dios:
«El Señor me creó al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remoto fui formada,
antes de que la tierra existiera.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales  de las aguas.
Aún no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones de orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;
cuando sujetaba las nubes en la altura,
y fijaba las fuentes abismales;
cuando ponía un límite al mar,
cuyas aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como arquitecto,
y día tras día lo alegraba,
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra,
y mis delicias están con los hijos de los hombres».

¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 
(Sal 8, 4 – 9)

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R/.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajos sus pies. R/.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.        (Rom 5, 1 – 5)

Hermanos:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Lectura del santo Evangelio según san Juan          (16, 12 – 15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Oración de los fieles, respondemos: “AYÚDANOS A VIVIR EN COMUNIÓN DE AMOR”.

  • Por la Iglesia, para que trabaje siempre por la unión entre las personas, la reconciliación de los pueblos y sea abogada de los pobres. Oremos.
  • Para que todos lo servidores públicos, desarmen su lenguaje y busquen el bien común de pueblos y ciudades. Oremos.
  • Por nuestra comunidad, para que sepa celebrar y vivir el misterio de la Trinidad y lo convierta en evangelio de comunión. Oremos.
  • Por cada uno de los grupos de nuestra parroquia, para que se sientan parte activa de la comunidad, caminen sinodalmente y ayuden a sus miembros a crecer en fe, esperanza y compromiso cristiano. Oremos.
  • Pedimos por los jóvenes que confirmaron su fe el día de San Hilario, los niños y niñas que han celebrado su Primera Comunión y todos los enfermos que han recibido el Sacramento de la Unción, para que sigan dando sentido a sus vidas desde la opción por Jesucristo. Oremos.
  • Para que la presencia de inmigrantes entre nosotros sea ocasión para entender este Dios plural que se manifiesta de mil modos en la realidad, invitándonos a la armonía. Oremos.
  • Para que Dios Trinidad fortalezca a los que dedican su vida a la oración contemplativa que tanto ayuda a impulsar los trabajos de los que se afanan por el bien común. Oremos.

Después de la comunión:

Dios Padre,
tu querer da la vida,
el espacio, el aire, el cuerpo…
a todo lo creado,
a nosotros también,
aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta descansar en tu regazo.
Dios Hijo,
en tu palabra bulle la vida
que ayuda y consuela siempre a los hermanos;
se hace carne para el hambriento
y bebida para el sediento,
santifica y alegra nuestra vida
y es viático en nuestro vagar
hasta descansar en tu regazo.
Dios Espíritu Santo,
tu presencia es la brisa
que empuja la historia
y a todos nosotros
hacia la plenitud,
dándonos paz, verdad y amor;
ella nos lleva, día a día,
a gozar más nuestra filiación.