Domingo XXXIII TO ciclo A

Ambientación inicial:

Estamos al final del año litúrgico y, por tanto, es tiempo de revisión, sobre cuál ha sido nuestra actitud como discípulos de Jesús en un año marcado por la pobreza a la que nos ha llevado la sequía; la miseria que ha llegado a muchas familias castigadas por la carestía de los alimentos y de las energías, y las terribles guerras que están asolando nuestro mundo y sembrándolo de dolor y de muerte. Ante este panorama, en la Jornada Mundial de los Pobres que hoy celebramos, nos preguntamos qué hemos hecho con los talentos que Dios ha puesto en nuestras manos para el bien de los demás.

Rito del perdón:

  • Porque hemos sido egoístas y a veces henos enterrado nuestros talentos. Señor, ten piedad.
  • Por las veces que hemos caído en la indiferencia ante el sufrimiento de los hermanos. Cristo, ten piedad.
  • Porque no nos hemos esforzado lo suficiente en el crecimiento del Reino. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:      

En la primera lectura se hace un canto a la mujer, por sus cualidades y por el papel que ha desempeñado en la familia y en la sociedad y que tantas veces no ha sido reconocido. San Pablo, en la segunda lectura nos recuerda que somos hijos de la luz, no de las tinieblas, por lo que debemos estar vigilantes y activos. El evangelio nos invita a revisar los dones que Dios nos ha dado y qué estamos haciendo con ellos.

Lectura del libro de los Proverbios

Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?
Supera en valor a las perlas.
Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas.
Le trae ganancias, no pérdidas,
todos los días de su vida.
Busca la lana y el lino
y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso,
con sus dedos sostiene la rueca.
Abre sus manos al necesitado
y tiende sus brazos al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en público.

Dichosos los que temen al Señor.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses

En lo referente al tiempo y a las circunstancias, hermanos, no necesitáis que os escriba, pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche.
Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivíamos sobriamente.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su Señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se presentó que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su Señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo:
“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió:
Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que no se deje dominar por el miedo y se empeñe en desplegar en el mundo de hoy el mensaje del Evangelio, Roguemos al Señor.
  • Por el cese de las guerras en todo el mundo y llegue la paz, el respeto a la vida y a la dignidad de las personas. Roguemos al Señor
  • Para que a todos los hombre y mujeres se les dé la oportunidad de desarrollar sus talentos. Roguemos al Señor.
  • Para que los que viven presos de miedos y encerrados sobre sí mismos descubran la alegría del compartir. Roguemos al Señor.
  • Por las familias víctimas de carestías y necesidades, y que están en una pobreza severa. Roguemos al Señor.
  • Por los miembros de nuestra comunidad parroquial, para que sepamos reconocer los dones que hemos recibido del Señor y los pongamos al servicio del Reino de Dios. Roguemos al Señor.

Oración después de la comunión

Señor, gracias por los talentos que me has dado.
No permitas que la apatía o el desánimo
me lleven a enterrarlos
o a utilizarlos para mi beneficio personal.
Ilumina mi oración,
permite que me acerque a Ti con confianza
y con un corazón sincero,
para desprenderme de mi voluntad
y unirme más a la tuya.
Envía tu Espíritu para que los ponga
al servicio de mis hermanos,
que los haga fructificar
al servicio de los más necesitados
para que cuando vuelvas al final del tiempo
puedas decirme: Bien, siervo bueno y fiel
entra en el gozo de tu Señor.