VI Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A

MANOS UNIDAS -CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE

Ambientación inicial:

Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, dice Jesús, allí estoy yo, en medio de ellos. Esto es lo que creemos y celebramos. En su nombre celebramos la eucaristía. En su nombre, como hermanos que queremos guardar sus mandatos que son garantía de vida en libertad.
Hoy celebramos la Campaña Contra el Hambre en el mundo con el lema: Frenar la desigualdad está en tus manos. Que la Palabra y la Comunión nos ayuden a trabajar por cambiar la realidad de pobreza en la que se encuentran tantos hermanos nuestros.

Rito del perdón:

  • Por las veces que vivimos tan ocupados en lo nuestro que no nos queda espacio para los demás. Señor, ten piedad.
  • Por las veces que no hacemos nuestras las situaciones de sufrimiento de los hermanos. Cristo, ten piedad.
  • Por las veces que miramos para otro lado, cayendo en la indiferencia y la insolidaridad. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

Es feliz quien camina en la vida siguiendo la voluntad de Dios; también quien ayuda y promociona a las personas y pueblos que sufren necesidades, que son hijos de Dios y hermanos nuestros. El Evangelio nos recuerda que no podemos encerrarnos en el individualismo y sí debemos abrirnos, con amor, a cuidar activamente la dignidad de todas las personas.

Lectura del libro del Eclesiástico.

Si quieres, guardarás los mandamientos Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, ya à cada uno se le dará lo que prefiera. Porque grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo. Sus ojos miran a los que le temen, y conoce todas las obras del hombre.
A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar.

R. Dichoso el que camina en la ley del Señor. Sal 118, 1-2. 4-5. 17-

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley. R.

Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R.

Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios

HERMANOS:
Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una  sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipe mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino que, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la «gehenna» del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la «gehenna».
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la «gehenna».
Se dijo: «El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio». Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegitima- la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio. También habéis oído que se dijo a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus juramentos al Señor». Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».

Oración de los fieles, respondemos: «Señor, escucha nuestra oración»

  • Por la Iglesia, por el papa Francisco y nuestro obispo Carlos, para que el Evangelio sea la fuente que les inspire las acciones y sean signos del Reino de Dios en el mundo. Oremos.
  • Por los gobiernos de las naciones, para que buscando el bien común posibiliten los medios necesarios para que a nadie le falte el pan cotidiano, la educación y un trabajo digno. Oremos.
  • Para que nuestra caridad sea efectiva con los pueblos en vías de desarrollo, donde la personas tengan el alimento necesario, un desarrollo integral y la promoción laboral para el sustento de sus familias. Oremos.
  • Por los difuntos, y por quienes colaboran con Manos Unidas luchando contra el hambre, para que Dios nuestro Señor, les haga partícipes del banquete del reino de los cielos. Oremos
  • Por nuestra comunidad, para que crezcamos en sentido de pertenencia y en responsabilidad con los más débiles de la sociedad. Oremos.

Después de la comunión:

Si tanto os preocupa la gente
y la situación clama al cielo,
no me salgáis por peteneras
diciendo que son muchos y no llega,
que hay que despedirlos,
que no es tiempo de vacas gordas…
¡Dadles vosotros de comer!
¡Aquí hay cinco panes y dos peces!
Son los primeros del banquete. . .
Y tú, ¿qué es lo que tienes?
Vacía la alforja
y, ligero, pregunta a tu compañero
si quiere poner también él lo que lleva.
Corred la voz.
Que se haga mesa fraterna;
que nadie guarde el pan de hoy para mañana.
Desprendeos de lo que lleváis encima.
Tomad todo lo que llega.
Levantad los ojos al cielo
y bendecid al Dios de la vida
que tanto vela y vela.
Lo repartieron los que nada tenían.
Llegó para todos
y aún sobró para soñar utopías.