NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA 2025

En Madrid capital, este Domingo XXXII del Tiempo Ordinario se celebra la festividad de Nuestra Señora de la Almudena

Ambientación inicial:

Celebramos la fiesta de María, madre de Jesús y madre nuestra, en la advocación de Nuestra Señora de la Almudena, unida desde el primer momento a la historia cristina de Madrid. Con la confianza que nos da sabernos sus hijos pediremos su protección, para que nos mantengamos firmes en la fe y en el compromiso de hacer de esta ciudad un hogar entrañable para todos. Bienvenidos.

Rito de perdón:
  • Pedimos perdón por las veces que no terminamos de fiarnos plenamente de Ti. Señor, ten piedad.
  • Porque no siempre somos fieles a tu voluntad en el servicio a los hermanos. Cristo, ten piedad.
  • Por las veces que nos olvidamos de darte gracias por tantos dones que nos regalas. Señor, ten piedad.
Ambientación a las lecturas:

La primera lectura, de la profecía de Zacarías, nos invita vivir la alegría de saber que a Dios le importamos y se hace presente en medio del pueblo. El libro del Apocalipsis nos dice que la presencia de ese Dios posibilitará que todo se haga nuevo y mejor. El evangelio nos habla del regalo que Jesús nos hace desde la cruz, su madre como madre nuestra.

Lectura de la profecía de Zacarías

Alégrate y goza, hija de Sión,
que yo vengo a habitar dentro de ti
—oráculo del Señor—.
Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos,
y serán pueblo mío.
Habitaré en medio de ti,
y comprenderás que el Señor de los ejércitos
me ha enviado a ti.
El Señor tomará posesión de Judá
sobre la tierra santa
y elegirá de nuevo a Jerusalén.
Calle toda carne ante el Señor,
cuando se levanta en su santa morada.

R/.      Tú eres el orgullo de nuestra raza

El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador del cielo y tierra. R/.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
que tu alabanza estará siempre
en la boca de todos los que se acuerden
de esta obra poderosa de Dios. R/.

Lectura del libro del Apocalipsis

Escuché una voz potente que decía desde el trono:
—«Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
—«Todo lo hago nuevo».
Dichosa eres, santa Virgen María,
madre de gracia y reina de misericordia;
de ti nació Cristo, nuestro Mediador y Salvador.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
—«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Oración de los fieles:

  • Por el papa, los obispos y todos los pastores de la Iglesia, para que el Señor y María los guarden en la fidelidad y la alegría de la fe. Oremos.
  • Toda fiesta es signo de paz, para que esa paz llegue a todos los pueblos y acaben todas las guerras que tanto dolor y sufrimiento producen. Oremos.
  • Por nuestra Diócesis y nuestro obispo José, para que el espíritu sinodal nos ayude a vivir con más fuerza el sentido comunitario. Oremos.
  • Para que todos los que en nuestra ciudad viven en los márgenes o son marginados, algún día, puedan recuperar su dignidad e integrarse en la causa del bien común. Oremos.
  • Por nuestra comunidad parroquial, para que, al celebrar la fiesta de la madre, se estrechen nuestros lazos de amistad y fraternidad. Oremos.
Después de la comunión

Dios te salvó, María.
Te llenó de su fuerza complaciente,
como el fuego del sol llena la aurora,
como el agua la fuente.
Maduró con su luz y su ternura
el fruto de tu amor y de tu vientre.
Santa María, hija del pueblo,
madre paciente, fiel, generosa,
pobre y rebelde…
Míranos peregrinos, vacilantes,
cultivando este viejo paraíso,
caminando hacia tu cielo, lentamente.
No queremos cansarnos de este mundo,
ni buscamos un refugio celeste.
Pero tú no te canses
de mostrarnos la meta,
los caminos, ahora y siempre.