VII Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A 2023
Ambientación inicial:
Un domingo más nos reunimos para celebrar la Eucaristía, para partir y compartir el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. Hoy, en esta celebración, el Señor nos invita a actuar en nuestra vida según los criterios del evangelio. En un mundo de guerras y odios, de soledad y egoísmo, se nos pide un extra de voluntad, de amor y de santidad, amar a los enemigos; amar y perdonar a los que nos han hecho mal.
Pidamos a Dios que nos ayude a caminar por sendas de santidad.
Rito del perdón:
- Por nuestro egoísmo y nuestra despreocupación por los demás. Señor, ten piedad.
- Por nuestra violencia y deseos de venganza, Cristo, ten piedad.
- Porque no sabemos perdonar de corazón. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La primera lectura nos invita a ser santos como Dios es santo, bg evangelio nos llama a alcanzar la perfección de Dios, para ello el evangelista Mateo nos presenta una escuela de valores, los valores del reino, que podemos concretar en la frase que nos resume el Sermón de la Montaña: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia”. Lo propiamente cristiano es imitar al Padre Bueno, que ama a todos por igual.
Lectura del libro del Levítico
El Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.
No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor”».
El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
HERMANOS:
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo».
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Oración de los fieles:
- Por la Iglesia, para que ofrezca al mundo el testimonio evangélico del perdón y de la misericordia con toda persona, como nos lo enseña Jesús. Roguemos al Señor.
- Por quienes creemos en el Evangelio, para que, con nuestra forma de actuar, con nuestro cariño a los demás, seamos expresión del amor que Dios nos tiene. Roguemos la Señor.
- Por las personas que son rencorosas o vengativas; por las familias enemistadas entre sí; por los pueblos y personas que se odian, para que prevalezca en todos el perdón y la comprensión. Roguemos al Señor.
- Por quienes sufren el horror de la guerra, para que silencien las armas y utilicen el diálogo y el sentido común. Roguemos al Señor.
- Por todos los que son víctimas de la marginación y la injusticia, por los últimos de la sociedad, para que experimenten el apoyo y la cercanía de los discípulos de Jesús. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, para que tengamos un corazón abierto al perdón y la misericordia. Roguemos al Señor.
Después de la comunión:
Sobre buenos y malos Padre
haces salir el sol y mandas la lluvia.
A todos sostienes, a todos ofreces tu regazo
y susurras palabras de vida y ternura,
independientemente de sus méritos,
de su dignidad, de su bondad o malicia,
de su credo, de su autoestima.
Amas a todos, más no eres neutral.
Amas al injusto, pero detestas la injusticia.
Amas la pobre, pero aborreces la pobreza.
Amas al engreído, pero te hastía el orgullo.
Graba en nosotros las claves de tu corazón
y da a nuestras entrañas los ritmos de tu querer
para respetar a los que son diferentes,
ser tolerantes con los que no coinciden,
dialogar con los disidentes,
acoger al extranjero,
prestar sin esperar recompensa,
defender al débil,
saludar al caminante
y amar a todos
por encima de nuestros gustos
y preferencias.
Enséñanos, Padre,
a ser como Tú.
Que todos puedan decir:
Son hijos dignos de tal Padre.