Domingo XXX del Tiempo Ordinario ciclo C

Ambientación inicial:

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía, este domingo último de octubre, en el que celebramos el Día de las personas sin hogar. Se nos invita a atrevernos a mirar a los más desfavorecidos y frágiles, a acercarnos, a reconocernos también en ellos. Porque ninguna persona puede caminar sola. Todos necesitamos de los demás, de la calidez de una comunidad para poder vivir en esperanza.

Video: «El hogar de mis sueños» Campaña de Cáritas diocesana por las personas sin hogar.
https://www.youtube.com/watch?v=esXzjt9Aq9c

Rito del perdón:   
  • Por las veces que no sabemos descubrirnos como pobres y necesitados de Dios. Señor, ten piedad.
  • Por las veces que juzgamos a las personas sin hogar sin pararnos a descubrir el rostro de Cristo que nos interpela a través de ellas. Cristo, ten piedad.
  • Por las veces que la comodidad o el egoísmo nos distancian del compromiso y la vivencia de nuestro ser cristiano. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:

En las lecturas de hoy se destaca la cercanía de Dios a los humildes y desfavorecidos, recordándonos que Él escucha el clamor de los pobres y no olvida las lágrimas de la viuda. En la parábola del fariseo y del publicano se nos enseña que la verdadera oración no se basa en la autosuficiencia ni en la ostentación, sino en la humildad y el reconocimiento de nuestra propia condición pecadora.

Lectura del libro del Eclesiástico.

EL Señor es juez,
y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre,
sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes,
y no se detiene hasta que alcanza su destino.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende,
juzga a los justos y les hace justicia.
El Señor no tardará.

R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

QUERIDO hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador». Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Oración de los fieles:
  • Oremos por la Iglesia Universal, para que sea en el mundo testimonio de comunidad cuidadora y sepa poner en el centro a las personas más desfavorecidas. Roguemos al Señor.
  • Por los que dirigen las naciones, para que se esfuercen en proteger y facilitar los sueños de los más débiles y de las personas sin hogar. Roguemos al Señor.
  • Por las personas que no tienen hogar y los que les dedican su tiempo a su servicio. Dales fuerza, paciencia, perseverancia y dulzura en su delicada misión. Roguemos al Señor.
  • Por nuestro mundo, para que sepa guardar una mirada llena de amor y de ternura hacia las personas sin hogar y contribuya a la cultura del encuentro. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que, alimentados con el Cuerpo del Señor, nos lleve a orar en verdad y ayudar a los hermanos que se encuentran en necesidad. Roguemos al Señor.
Oración después de la comunión

Señor, te damos gracias porque nos has reunido
como comunidad en torno a tu Palabra y tu Mesa,
una mesa en la que todas las personas tenemos un lugar.

Te damos gracias por cada gesto de generosidad,
por cada persona que abre su puerta, su tiempo, su corazón.

Gracias por mostrarnos, a través de las personas sin hogar,
tu rostro herido pero lleno de esperanza.

Gracias por las comunidades que cuidan,
que acompañan, que no miran para otro lado,
que construyen hogar donde parece no haber nada.

Haznos comunidad que escucha, que abraza, que transforma.
Que sepa ver, reconocer a cada persona como hermano,
como hermana, como hijo tuyo.

Gracias, Señor, porque tú no olvidas a nadie.
Que sepamos seguir tus pasos y construir fraternidad.
Queremos seguir soñando contigo.