Domingo I de Adviento ciclo A

Ambientación inicial

Comenzamos un nuevo Adviento donde se nos invita a esperar, a fijarnos en la novedad de lo que acontece, de lo nuevo que nos sobreviene. Este Adviento viene a recordarnos que como creyentes hemos sido llamados a la esperanza, una esperanza que no defrauda y que habita en cada ser humano. La liturgia de este domingo nos pone en sintonía con una espera vigilante que nos dice: despierta, prepárate, comienza la salvación, el tiempo es propicio, ya está aquí.

Bendición de las coronas de Adviento

Oremos:
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros y bendice estas coronas que nos acompañarán en este tiempo de Adviento recordándonos las actitudes que hemos de vivir para dar cobijo al Hijo de Dios que llegará a nuestra casa. Por Jesucristo nuestro Señor.

Primera vela de Adviento

Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche al encuentro del amigo que ya viene, para decirte que nuestra casa es acogedora.
En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara y la alegría más verdadera. Ven, Señor Jesús, ven.

Rito del perdón:

  • Tú que has venido a nosotros en la humildad de la carne y nos has abierto el camino de la salvación. Señor, ten piedad.
  • Tú que nos invitas a la conversión en nuestra forma de ser y actuar. Cristo, ten piedad.
  • Tú que avivas nuestra esperanza en medio de nuestras tristezas y vacíos.  Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra

La primera lectura nos invita, en medio de un mundo dividido y roto, a desear la paz verdadera que solo Dios puede dar. San Pablo nos exhorta a despertar del sueño y a revestirnos con un vestido nuevo, el de Cristo, para dignificar nuestra vida. Jesús nos advierte que el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperemos. No debemos vivir distraídos, sino vigilantes y preparados.

Lectura del libro de Isaías. 2, 1 – 5

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob,
venid; caminemos a la luz del Señor.

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos:
Comportaos, reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertar del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.
Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casa-ban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Oración de los fieles, respondemos: ¡VEN SEÑOR JESÚS!

  • Pidamos por nuestra comunidad cristiana reunida entorno a la mesa del Señor. Para que este tiempo de Adviento, que hoy comenzamos, sea para nosotros ocasión de reconocer en nuestro entorno los signos que nos permiten descubrir su cercanía y su presencia. Oremos
  • Pidamos, también, que este sea un tiempo para renovar nuestros sueños, nuestra utopía cristiana de filiación con Dios, de fraternidad entre nosotros, y de cuidado de los más débiles. Oremos.
  • Pidamos por todos los que tienen responsabilidades sociales, políticas y económicas, para que las vivan como un servicio y no como un medio para el propio provecho. Oremos.
  • Por los que sufren las guerras, los desastres naturales, las injusticias, la pobreza y el hambre, para que no pierdan la esperanza, encuentren en ti fortaleza y en la comunidad cristiana solidaridad. Oremos.
  • Por los creyentes que vivimos como si la fe fuera algo distinto al mundo actual, para que aportemos una cultura de paz que nos lleve a convivir aceptando las diferencias. Oremos.

Oración después de la comunión:

Ven a recrear nuestra vida,
ven a dar optimismo a nuestro porvenir,
ven a dar alegría a nuestro caminar,
ven a dar fuerza a nuestra debilidad.

Ven a dar savia nueva a nuestra sequedad,
ven a empujar nuestro conformismo,
ven a auxiliar nuestro cansancio,
ven a rejuvenecer nuestro cristianismo,
ven a abrirnos nuevos horizontes,
ven a llenar nuestros vacíos.

Ven a darnos altura y profundidad,
ven a preguntarnos por la verdad,
ven a poner en crisis nuestra escala de valores,
ven a regar nuestra tierra baldía,
ven a buscar nuestro amor.

Ven a derribar nuestras murallas,
ven a despertarnos de nuestro sueño,
ven a curar nuestras heridas,
ven a estar con nosotros.