III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 2022
Ambientación inicial:
Hoy, en el evangelio, escucharemos cómo Jesús se presenta a sus conciudadanos de Nazaret y les anuncia cuál es su misión, qué proyecto de vida nos ofrece.
Él trae la vida, la esperanza y el cambio de los corazones. Él trae la liberación, la paz y la luz. Él llena nuestro mundo con la fuerza de Dios, el amor hacia todos y de modo privilegiado a los más pobres de nuestra sociedad.
En nuestra oración tendremos presente la invitación a orar por la unión de todos los cristianos, para que un día lleguemos a estar unidos bajo la guía del único Pastor, Jesucristo.
Rito penitencial:
- Tú que has venido a abrir los ojos a los ciegos. Señor, ten piedad.
- Tú, que has venido a dar la libertad a los cautivos. Cristo, ten piedad.
- Tú, que has venido a anunciar la Buena Noticia a los pobres. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La lectura de Nehemías nos sitúa en un contexto de alegría, los judíos que habían vuelto del exilio tenían la ley de Dios que les guiaba en su vida. En la segunda lectura nos dirá San Pablo que todos, sin excepción, somos necesarios en la Iglesia. Y el Evangelio nos enseñará que Jesús no ha venido a condenar, sino a traer la Buena Noticia de la salvación. Esa es su misión y también la nuestra.
Lectura del libro de Nehemías
En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley.
El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:
«Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieron la lectura.
Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea:
«Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (Y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!»
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida (Sal. 18, 8-10. 15)
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma u solo miembro, sino muchos.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Aleluya, aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y Él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Oración de los fieles
- Por la Iglesia, comunidad de seguidores de Jesús, para que denuncie con valentía las injusticias y sea sensible al sufrimiento de cada persona. Roguemos al Señor.
- Pedimos para que el espíritu de Jesús nos ayude a todos los cristianos a encontrar la unidad. Roguemos al Señor.
- Pedimos por los pueblos que no conocen lo que es vivir en libertad, porque son víctimas de la pobreza y del abuso de otros pueblos ricos y poderosos que se aprovechan de ellos. Roguemos al Señor.
- Por los enfermos que no pueden venir a nuestra celebración, por los más pobres y excluidos, por los marginados y los que no encuentran consuelo. Roguemos al Señor.
- Por los jóvenes y niños, para que sepan utilizar bien su libertad y no sean víctimas de una sociedad de consumo y el individualismo. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, para que nos sintamos y seamos de verdad, miembros vivos del cuerpo de Cristo, actualizado en nuestra comunidad parroquial. Roguemos al Señor.
Después de la comunión:
El Espíritu del Señor está sobre mí…
y me anima a seguir los pasos de Jesús;
a vivir su evangelio hoy,
a ser signo de amor y de justicia;
a posibilitar espacios de vida y encuentro;
a posibilitar el perdón y la misericordia.
El Espíritu de Señor está sobre la Iglesia…
y cuente con nosotros para ser su familia;
para acoger a todo el que se acerque,
para celebrar la vida y la fe;
para ser signo de un mundo nuevo.
El Espíritu del Señor está sobre el mundo…
y gime en los acontecimientos, pidiendo:
– reconciliación en las situaciones de violencia;
– justicia ante las desigualdades del mundo;
– compasión con las víctimas inocentes;
– compromiso con la paz.
Sigue enviando tu Espíritu de vida, Señor,
y haz de nosotros testigos de tu amor y misioneros de la misericordia.