Domingo XVI del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Ambientación inicial:
Un domingo más nos reunimos los que, en un momento u otro, hemos reconocido en Jesús a alguien que merece la pena seguir, y seguirlo en comunidad. Nos unimos para escucharlo: Él nos habla de Dios Padre, con palabras y con acciones, pero sobre todo con su persona, y nos invita a compartir directamente la vida que mana de Dios. Bienvenidos.
Rito del perdón:
- Por los gestos de rechazo y desprecio hacia las personas más vulnerables. Señor, ten piedad.
- Por las faltas de cariño con las personas que requieren nuestros cuidados. Cristo, ten piedad.
- Por la indiferencia hacia las situaciones de pobreza y sufrimiento de las personas. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
Las lecturas nos hablan hoy de confianza y protección, de necesidad de cambio y de regeneración, del cansancio que nos somete y del reposo liberador que encontramos en Jesús. Porque Él nos conoce y nos invita a la confianza, la paz y el descanso que buscamos.
Lectura del libro de Jeremías Jer 23, 1 – 6
¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! —oráculo del Señor—.
Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo:
«Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cunetas por la maldad de vuestras acciones —oráculo del Señor—.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá —oráculo del Señor—».
Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
El Señor es mi pastor, nada me falta. Sal 22, 1b – 6
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios. Ef 2, 13 – 18
Hermanos:
Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo.
Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad.
El ha abolido la ley con sus mandamientos y decretos, para crear, de los dos, en sí mismo, un único hombre nuevo, haciendo las paces. Reconcilio con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad.
Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu.
Aleluya, aleluya, aleluya
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos Mc 6, 30 – 34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él le dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Oración de los fieles:
- Por la Iglesia, para que Dios le dé pastores que se conmuevan con las necesidades de su pueblo. Roguemos al Señor.
- Por cuantos no encuentran sentido a sus vidas y están cansados, para que encuentren en Jesús la luz que necesitan. Roguemos al Señor.
- Por la paz entre todos los pueblos y la resolución pacífica de todos los conflictos. Roguemos al Señor.
- Por el diálogo interreligioso y la contribución de la fe a la paz en el mundo. Roguemos al Señor.
- Pedimos ayuda al Señor, para que derribemos, con lazos de fraternidad, los muros que separan unos grupos sociales de otros. Roguemos al Señor.
- Por todos los que celebramos esta eucaristía, para que seamos sensibles a las situaciones de violencia, maltrato o abuso. Roguemos al Señor.
Después de la comunión:
Padre, mío, me abandono a Ti.
Haz de mi lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo, lo acepto todo.
Con tal que tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.