Tercer Domingo de Cuaresma – Ciclo B
Ambientación inicial:
En este caminar buscando vida en plenitud, el Dios que hizo una alianza de vida con los hombres, y se nos hizo próximo y nos habló en Jesús de Nazaret, nos convoca una vez más en la casa de su pueblo, en el templo, para encontrarnos con los hermanos, releer nuestra historia a la luz de su Palabra y darle gracias y alabarle pues camina a nuestro lado.
Este encuentro no es un intercambio de intereses, ni el cumplimiento de una norma, sino el espacio donde encontrar luz y aliento para nuestra vida.
Rito del perdón:
- Porque a veces cuidamos más de los templos de piedra que a las personas. Señor, ten piedad.
- Por cerrar nuestros ojos a los desastres de nuestro alrededor. Cristo, ten piedad.
- Por no ser referentes de fe viva para los que nos rodean. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La primera lectura, del libro del Éxodo, nos presenta los mandamientos, que no buscan amargar la existencia de nadie, sino conducir a una vida humana, de sana relación con Dios y con los hermanos. San Pablo, en la carta a los Corintios, nos dice que la identidad cristiana está en la configuración con Cristo. El evangelio nos recuerda que Dios no quiere ritos, sino celebraciones auténticas y coherentes con la vida.
Lectura del libro del Éxodo.
EN aquellos días, el Señor pronunció estas palabras:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
No tendrás otros dioses frente a mí.
No te fabricarás ídolos, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian.
Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.
No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Recuerda el día del sábado para santificarlo.
Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos; y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No darás falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
V/. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
V/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
V/. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
V/. Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
LOS judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
SE acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Oración de los fieles:
- Por la Iglesia, para que con sus actuaciones liberadoras y de servicio a los pobres, demuestre que adora a Dios en espíritu y en verdad. Roguemos al Señor.
- Para que los esfuerzos por la paz basada en la justicia de tantos hombres y mujeres no queden baldíos y la alegría vuelva a recorrer nuestras calles. Roguemos al Señor.
- Por las mujeres, para que su dignidad sea reconocida tanto en la sociedad, como en el trabajo y en la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que los que trabajan en los servicios sanitarios, sociales y educativos no desfallezcan en el respeto hacia las personas a las que ayudan y puedan sentir el apoyo de todos los estamentos sociales. Roguemos al Señor.
- Por los que se declaran cristianos públicamente y están en los puestos donde se toman las decisiones graves sobre la economía del mundo, para que actúen como Dios nos pide, mirando la justicia, la fraternidad y la preferencia por los más pobres. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos dar a Dios el culto que él quiere con una vida entregada y de servicio a los hermanos. Roguemos al Señor.
Después de la comunión:
Quiero hacer norma de mi vida la verdad del Evangelio.
Tú eres radical, en ti no hay medias tintas;
la ambigüedad no tiene cabida en tu seguimiento.
Ante la fe que exiges no tienen entrada las componendas.
Señor, quiero decir sí a las exigencias que me haces;
decir sí cuando mi corazón tiende a lo más fácil, a lo que no cuesta.
Señor, dame el pan de cada día y que aún pueda compartirlo;
enséñame a confiar en ti como un pobre que te extiende la mano.
Que viva tus dones derramados sobre mí a manos llenas;
que para mí la riqueza seas Tú y el amor a los hermanos;
Señor del amor desinteresado; dame unas manos que compartan;
Señor de lo esencial, dame un corazón capaz de dar con gozo;
de dar siempre.