Domingo XXXI TO ciclo A
Ambientación inicial:
Pasada la fiesta de Todos los Santos y el recuerdo de los fieles difuntos, conocidos y desconocidos, afrontamos la recta final del año litúrgico. En este domingo y en los tres que restan para la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos preparan para el momento, el aquí y ahora, de mirar el seguimiento del maestro como constructores del Reino que Él anunció. Bienvenidos.
Rito penitencial:
- Por las veces que caemos en el simple ritualismo. Señor, ten piedad.
- Porque nos cuesta reconocer lo que hacemos mal o dejamos de hacer como exigencia cristiana. Cristo, ten piedad.
- Por nuestro conformismo y desidia ante los males que nos rodean. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
En la primera lectura, el profeta Malaquías, movido por Dios, recrimina a los que se han alejado del recto camino y no cumplen sus mandatos. Sus actitudes son escandalosas y hacen que muchos tropiecen. En la segunda lectura, san Pablo da gracias a Dios porque los tesalonicenses acogieron la Palabra como lo que es, Palabra de Dios. En el evangelio, Jesús nos propone un nuevo modelo de autoridad, el que está al servicio de los hermanos.
Lectura de la profecía de Malaquías
Yo soy un gran rey,
dice el Señor del universo,
y todas las naciones temen mi nombre.
Esto es lo que os mando, sacerdotes:
Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón
en glorificar mi nombre,
dice el Señor del universo,
os enviaré la maldición.
Os habéis separado del camino recto
y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley,
invalidando la alianza de Leví,
dice el Señor del universo.
Pues yo también os voy a hacer despreciables
y viles para todo el pueblo,
ya que vuestra boca no ha guardado el camino recto
y habéis sido parciales
en la aplicación de la ley.
¿No tenemos todos un mismo padre?
¿No nos creó el mismo Dios?
¿Por qué entonces nos traicionamos
unos a otros
profanando la alianza de nuestros padres?
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí. R/
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.
Hermanaos:
Nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamando entre vosotros el Evangelio de Dios.
Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
Y no os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido»
Oración de los fieles, respondemos:
“Señor que seamos la Iglesia que tú quieres”
- Para que no caigamos en la tentación del clericalismo y seamos, de verdad, una Iglesia sinodal. Oremos.
- Para que los ministros de la iglesia sean servidores evangélicos del pueblo y huyan del afán de poder. Oremos.
- Para que los laicos asuman su dignidad bautismal y su responsabilidad activa y misionera en la Iglesia. Oremos.
- Para que las mujeres tengan en la Iglesia el lugar que el Señor les ha designado, no el que los clérigos les permitan. Oremos.
- Para que llegue la paz a todos los rincones del mundo, y podamos vivir como hermanos, hijos de Dios Padre. Oremos
- Por todos nosotros, reunidos a celebrar la Eucaristía, para que seamos coherentes en nuestra vida y en nuestras acciones. Oremos.
Oración después de la comunión
Construirse como persona humana
supone andar buscando por la vida,
reflexionar a partir de los encuentros
y discernir lo que conviene.
La sociedad te presiona sin cesar
para que andes en solitario sin
percibir la presencia de personas
que te invitan a caminar en compañía.
Como en un internado cerrado a la vida
buscamos compañeros desobedientes
a las normas impuestas por el poder decidiendo
muchas veces de manera equivocada.
Lo importante es encontrar a alguien que
te enseñe a mirar críticamente la realidad,
te ayude a descubrir lo que quieres llegar a ser
y te anime a salir de tus dudas y de tus errores.