Domingo XVII del Tiempo Ordinario ciclo A

Ambientación inicial:

            Un domingo más, nos reunimos alrededor del altar para pedir y compartir el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía. Hoy la liturgia nos invita a buscar qué es lo más importante para nosotros, para poder pedir al Padre la auténtica sabiduría y juicio, para que nuestra vida sea una continua búsqueda de la verdad y de la justicia.

Rito del perdón

  • Por las veces que no buscamos lo que merece la pena y nos perdemos en nuestros caprichos y egoísmos. Señor, ten piedad.
  • Porque ponemos nuestro tesoro en las cosas terrenas. Cristo, ten piedad.
  • Porque no somos capaces de desprendernos de lo que nos impide seguir a Cristo con total libertad. Señor, ten piedad.

Ambientación a la palabra:

El sabio Salomón es alabado por Dios por no haberle pedido riquezas para sí sino sabiduría para gobernar al pueblo. La oración de Salomón conecta con la parábola del tesoro y la perla. El verdadero tesoro está en dar a fondo perdido, sin intereses ni segundas intenciones, porque quien más da, más recibe. Todo voluntariado, sea lo que sea, en función de los demás, tiene su propia recompensa.

Lectura del primer libro de los Reyes.

En aquellos días, el Señor se apareció de noche en sueños a Salomón y le dijo:
«Pídeme lo que deseas que te daré».
Salomón respondió:
«Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú te elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Pues, cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan inmenso?».
Agradó al Señor esta súplica de Salomón.
Entonces le dijo Dios:
«Por haberme pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti, por no haberme pedido la vida de tus enemigos sino inteligencia para atender a la justicia, yo obraré según tu palabra. Te concedo, pues, un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después de ti».

R/.       ¡Cuánto amo tu ley, Señor!

Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y tu ley será mi delicia. R/.

Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R/.

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio.
Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentro, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Oración de los fieles, respondemos: “Señor, escucha nuestra oración”

  • Pedimos por el Papa, los Obispos y por todos los que realizan en la Iglesia alguna misión de fe o servicio a la caridad, para que lo hagan con eficacia y con fidelidad y de esta manera aceleren la llegada del Reino de Dios. Oremos.
  • Oramos por nuestras autoridades, para que, por encima de otros intereses, gobiernen a favor de todos, especialmente de los más pobres. Oremos.
  • Oramos por todos los que sufren violencia, desamor, hambre y sed de justicia, para que sientan el amor de Dios y la solidaridad de los hombres. Oremos.
  • Por todos los que estos días viajan o están de vacaciones, para que disfruten en paz y sin sobresaltos del gozo del descanso. Oremos.

Por todos nosotros, nuestra comunidad y los que han pedido o necesitan nuestra oración, para que Dios nos acompañe a todos con su gracia y nos revele el camino hacia su Reino. Oremos.

Después de la comunión:

Dichoso el que tropieza contigo.
Dichoso el que te encuentra y te descubre.
En cualquier recodo, en cualquier encrucijada
en los lugares más insospechados,
te haces el encontradizo con él y le das la gran sorpresa.
Tú le seduces, y él lo vende todo para poseerte.
Dichoso el que no se acomoda,
y te sigue encontrando más veces.
Todos los días, a cualquier hora…
Dichoso el que tropieza contigo y te descubre.
La mayor ganancia eres Tú.
La perla más preciosa eres Tú.
El tesoro más deseado eres Tú.
Todo lo que buscamos lo llevas Tú:
Verdad, justicia, amor, paz.
Alegría, fiesta, revolución, fraternidad, solidaridad,
vida nueva, nueva sociedad, nueva humanidad.
¡Ojalá me busques y me seduzcas!
¡Ojalá te encuentre! ¡Tú eres el tesoro de mi vida!