Domingo XII del Tiempo Ordinario ciclo A
Ambientación inicial:
La liturgia de la Palabra de Dios hoy se concentra en la misión que Jesús confía a sus discípulos. No es una misión fácil, pero tampoco es una misión imposible. Depende de dónde fundamentemos el mandamiento de Jesús: o en un mandato legalista o en buscar corazones capaces de acoger la autentica humanidad que Cristo nos revela de parte de Dios Padre. Jesús nos invita a la confianza que viene de saberse en manos de un Dios que está pendiente hasta de los gorriones.
Rito del perdón:
- Por las veces que no ponemos nuestra confianza en Dios. Señor, ten piedad.
- Por las veces que nos dejamos atar por el miedo que paraliza. Señor, ten piedad.
- Porque nos cuesta caminar juntos, solidariamente, en comunidad. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabras:
Si los hombres fallan, si de los vecinos de Jerusalén sólo puede esperar acecho y violencia, Jeremías experimenta que la única y verdadera salvación sólo viene de Dios. En la segunda lectura, Pablo, presenta un mensaje de salvación que lo es para todos los tiempos. En el evangelio, Jesús invita insistentemente a no temer ante el vértigo que provoca el anuncio del Evangelio.
Lectura del libro de Jeremías.
Dijo Jeremías:
«Oía la acusación de la gente:
«Pavor-en-tomo,
delatadlo, vamos a delatarlo”.
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él”.
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.
Señor, que me escuche tu gran bondad.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
HERMANOS:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron…
Pues, hasta que llegó la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley. Pese a todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que tenía que venir.
Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la «gehenna». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Oración de los fieles:
- Por la Iglesia, para que realice la misión que Jesús le tiene encomendada apoyándose en la fuerza del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
- Por quienes ha recibido el encargo de gobernar en cada una de las naciones, para que realicen su gestión pensando en el bien común de los ciudadanos y no en intereses partidistas. Roguemos al Señor.
- Por los pueblos, familias y personas que están pasando situaciones críticas, para que, con la gracia del Espíritu Santo, puedan sobrellevar las dificultades sin perder la fe y la esperanza. Roguemos al Señor.
- Por la Paz en el mundo, para que cese la guerra y las consecuencias terribles que se derivan de ella. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad, para que salgamos fortalecidos de la celebración y seamos ejemplo de vida fuera del templo. Roguemos al Señor.
Después de la comunión.
Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza.
Voy a seguir dando amor, aunque otros cierren la puerta.
Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan.
Voy a seguir hablando de paz, aun en medio de una guerra.
Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.
Y seguiré gritando, aunque otros callen.
Y dibujaré sonrisas en rostros con lágrimas.
Y regalaré motivos de alegría donde sólo haya tristezas.
Y levantaré lo brazos a los que se han rendido. Invitaré a caminar al que decidió quedarse.