Domingo de la Ascensión del Señor
Ambientación inicial:
Como a sus primeros discípulos, también a nosotros nos ha convocado hoy Cristo Jesús, para que vivamos en la fe el acontecimiento que celebramos: La Ascensión del Señor, cuando fue elevado a la gloria. Para la Iglesia naciente comenzó un tiempo nuevo: la tarea misionera y la espera del Espíritu Santo como guía defensor. Nosotros somos conscientes de que la misión de la Iglesia es el anuncio de la Buena Noticia. Esta es nuestra tarea. Celebremos, pues, el triunfo total de Jesús y recojamos la misión que nos encomienda: ser testigos y anunciar el Evangelio.
Rito del perdón:
- Tú, que has subido a la derecha del Padre y nos das tu Espíritu. Señor, ten piedad.
- Tú, que todo lo sostienes con la fuerza de tu Palabra. Cristo, ten piedad.
- Tú, Rey del universo que nos comprendes y alimentas. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La Ascensión de Jesús no es una despedida, sino un continuar su presencia en medio de nosotros. Y con la presencia viene el envío: seréis mis testigos hasta el confín de la tierra; id y haced discípulos de todos los pueblos. Para ser testigos recibimos la fuerza del Espíritu Santo y la certeza de que Él está siempre en la vida y en la historia.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo.
Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, le ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Conclusión del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Oración de los fieles:
- Para que sea firme la esperanza en el cielo, pero no distraiga a los creyentes de su compromiso en la tierra. Roguemos al Señor.
- Que la seguridad de que Jesucristo está en medio de nosotros nos consuele y sostenga en las tribulaciones y en la lucha contra el mal. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes promuevan el bienestar y el desarrollo de todos los pueblos. Roguemos al Señor.
- Por los países que sufren el azote de la guerra, la injusticia y la sinrazón, para que sigan empeñados en crear paz y concordia. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad, para que no nos cansemos de hacer el bien, defender la verdad y ser fieles al mandato de Jesús. Roguemos al Señor.
- Por cada uno de nosotros, para que tengamos una clara conciencia de nuestra vocación cristiana y no desfallezcamos en nuestra misión. Roguemos al Señor.
Después de la comunión:
Señor, enséñanos a mirar al cielo,
a gustar las cosas de arriba, a guardar tus palabras,
a sentir tu presencia viva, a reunirnos con los hermanos,
a anunciar tu mensaje, a escuchar a tu Espíritu.
a sembrar tu Reino, a recorrer tus caminos,
a esperar tu venida, a ser discípulos.
Señor, enséñanos a vivir en la tierra,
a seguir tus huellas, a construir tu comunidad,
a repartir tus dones, a salir de Jerusalén,
a invertir los talentos, a disfrutar de la creación,
a caminar por el amplio mundo, a continuar tu proyecto,
a morir dando fruto, a ser ciudadanos.
Señor, enséñanos a gozar como hijos
a vivir como hermanos.
Enséñanos a ser discípulos y ciudadanos.