II Domingo de Cuaresma
Ambientación inicial:
La Cuaresma es escalar la montaña de la Pascua. Hay que ponerse en camino como Abrahán, saliendo de nuestra tierra hacia la tierra de Dios. No es fácil ponerse en camino, pero confiamos como Abrahán plenamente en Dios y en su palabra. La transfiguración de Jesús nos anticipa la gloria de la resurrección. La luz gloriosa de la Pascua habrá de pasar por la cruz de cada día.
Rito del perdón:
- Tú, que nos invitas a lanzarnos a la aventura de vivir según la palabra de tu Hijo. Señor, ten piedad.
- Tú, que nos invitas a levantarnos y a caminar sin miedo en tu seguimiento. Cristo ten piedad.
- Tú, que amas la justicia y el derecho y cuya misericordia llena la tierra. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La Palabra de Dios nos habla de salir de nosotros mismos para vivir en la atmósfera de Dios. Esto no significa estar en las nubes, sino iniciar un camino de encuentro y configuración con Él que nos llevará a recorrer los caminos de la vida desde su enseñanza. La claridad de la fe y la gracia de Dios nos ayudan a afrontar los retos de la vida y a ser testigos de misericordia.
Lectura del libro del Génesis.
En aquellos los días, el Señor dijo a Abrán:
«Sal de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hermano:
Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
EN aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Oración de los fieles:
- Para que nosotros, desde la experiencia de Dios compartida con los hermanos, nos comprometamos con el anuncio de la Buena Noticia que nos transforma y nos libera. Roguemos al Señor.
- Para que sepamos ver a Dios en lo cotidiano, en los acontecimientos de cada día, esos que, tantas veces, nos pasan desapercibidos. Roguemos al Señor.
- Para que triunfe la paz sobre quienes sufren la violencia en las guerras; que sus responsables políticos y económicos creen las condiciones necesarias para la concordia y el diálogo. Roguemos al Señor.
- Para que, a pesar de no cesar de agredir a la naturaleza, que cada vez sufre más daños, sepamos recrear un estilo de vida que nos permita seguir viviendo en armonía y respeto a la creación Roguemos al Señor.
- El 8 de marzo, día en que la sociedad recuerda la situación de la mujer, pidamos al Señor que nos dé sabiduría y fortaleza para transitar los caminos de la igualdad tanto en la sociedad como en la Iglesia. Roguemos al Señor
Después de la comunión:
Ahora que tu palabra rompe nuestros planes
y el horizonte se nos nubla y cierra,
y en los caminos se mezclan huellas y huellas,
es tiempo de hacer silencio,
de olvidar los tristes sentimientos
y acoger tu insólita propuesta
de subir contigo a la montaña.
Y, una vez en el monte,
dejar que se enciendan
esas luces que nunca engañan
y que transforman la vida con solo presentirlas:
tu rostro, tu túnica, los profetas,
la palabra, la brisa, la nube de gloria
y la cercanía de Dios en tu carne humana.
Y, después, bajar de nuevo a las sendas
para andar a ras de tierra
y convivir con tanta vida rota
que necesita compañía y misericordia,
y, así, llevar en las entrañas
la experiencia de tu amistad y gloria,
aunque el horizonte siga a oscuras.