Sagrada Familia

Ambientación inicial:

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. Familia que pasó por muchos y graves apuros. No todo fue coser y cantar.
Jesús nació lejos de su hogar y en un establo. Pronto tuvo que emigrar. A la vuelta del exilio vivió de forma pobre y sencilla con María y José en Nazaret. Es la historia dura de una familia, que nos recuerda la vida de muchas familias de hoy en día, de nuestro entorno. Familias rotas y separadas, familias que deben emigrar para poder subsistir. Familias destrozadas por la guerra y las injusticias humanas.
En esta celebración hacemos presentes a todas las familias, para que el Señor las bendiga y las guarde en su amor.

Acto penitencial:
  • Tú, Señor, que nos enseñas a respetar y honrar a todos, empezando por los más cercanos. Señor, ten piedad.
  • Tú, Señor, que nos invitas a vivir en armonía con quienes nos rodean. Cristo, ten piedad.
  • Tú, Señor, que quieres reunir a toda la humanidad como una única familia. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:

Siempre es posible vivir la experiencia de un amor incondicional. Afortunadamente el amor no es patrimonio de listos, ricos o poderosos. Es una necesidad y una experiencia que todo ser humano anhela. Es, también, el ambiente más adecuado para comunicar y sentir la experiencia de un Dios que nos acepta, nos quiere como somos y nos motiva y acompaña para hacer realidad nuestros proyectos.

Lectura del libro de Isaías.

Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.

Lectura del libro del Eclesiástico

El Señor honra más al padre que a los hijos
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados,
y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos
y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez
y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él
y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada
y te servirá para recuperar tus pecados.

Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos.

Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

Dichosos los que viven en la casa del Señor.

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichoso el que encuentra en ti su fuerza
y tiene tus caminos en su corazón.

Señor del universo,
escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.

Carta de san Pablo a los Colosenses.

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantar a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues, ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardaremos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre.
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué  me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Se madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Renovación de las promesas:

Sacerdote:

  • ¿Os comprometéis a hacer de vuestro hogar un espacio de amor, entrega y generosidad?

Todos: Sí, nos comprometemos

Sacerdote:

  • ¿Estáis dispuestos a ayudaros, mutuamente, a crecer cada día como personas y como creyentes?

Todos: Sí, estamos dispuestos.

 Sacerdote:

  • ¿Os comprometéis a abrir vuestra casa a la realidad social y eclesial para colaborar en su mejora y transformación?

 Todos: Sí, nos comprometemos

Sacerdote:

Que el Señor os guarde, os proteja y derrame copiosamente sus bendiciones sobre vuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Oración de los fieles, respondemos: “PADRE, ESCÚCHANOS”
  • Por la Iglesia, para que se presente ante el mundo como familia en la que se sabe amar, perdonar y valorar a cada persona. Oremos.
  • Por todos los hogares cristianos, para que sean modelos de compromiso y generosidad, ayudando a sus hijos e hijas a configurar su identidad y a vivir responsablemente. Oremos
  • Por nuestras familias, para que vivamos compartiendo, ayudándonos y perdonándonos mutuamente. Oremos.
  • Por las parejas que deciden formar un hogar, para que construyan su futuro en una relación basada en el mutuo respeto y en el amor gratuito e incondicional. Oremos.
  • Te pedimos por las familias rotas a causa de la violencia, la injusticia o la guerra, para que encuentren en el Señor fuerza para reparar el dolor y esperanza para reconstruir su vida. Oremos
  • Te pedimos por nuestro Planeta, casa común de toda la humanidad, para que sepamos cuidarlo y lo hagamos habitable para las futuras generaciones. Oremos.
  • Por nosotros, para que sepamos leer la presencia de Dios en nuestra vida y seamos instrumentos y expresión de su Reino. Oremos.
Después de la comunión:

Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor;
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias
episodios de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica. Amén