Domingo XV del Tiempo Ordinario ciclo A

Ambientación inicial:

Bienvenidos hermanos y hermanas a la mesa de la palabra y a la mesa del pan compartido. Jesús es la palabra y es, también, El pan. Abramos nuestra mente y nuestro corazón a su palabra y a su vida. Y demos gracias por haber tenido la suerte de ser discípulos suyos.

Rito del perdón:

  • Tú, que siembras las semillas del reino en nuestras vidas. Señor, ten piedad.
  • Tú, que riegas con tu amor nuestras vidas. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que transformas la vida con nuestras pequeñas vidas. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

El Dios de la historia, el Dios que es fiel a sus promesas, no ha olvidado a su pueblo y decide intervenir en su favor. San Pablo en la carta a los Romanos, nos dice que quienes hemos sido constituidos hijos de Dios en el bautismo, estamos llamados no sólo a vivir conforme a nuestra dignidad sino a configurar el mundo según el plan de Dios. Jesús nos exhorta para que la acogida del Evangelio no sea ahogada por las dificultades que se nos presenten.

Lectura del libro de Isaías.

Esto dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».

La semilla cayó en tierra buena, y dio fruto.

Tú cuidas la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.

Así preparas la tierra.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto. Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemidos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente que se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra cayó entre abrojos, que crecieron y lo ahogaron.
Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
«¿Por qué les hablas en parábolas?»
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobre, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto vine una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe. Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa que escucha la palabra y la entiende, este da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno.

Oración de los fieles:

  • Por todos los cristianos, para que sintamos la necesidad de disponer nuestro corazón al amor con los más necesitados que nos rodean, como Cristo nos lo pidió. Roguemos al Señor.
  • Por toda la sociedad, para que todos juntos apreciemos los mejores valores y comportamientos humanos, los que hacen resplandecer la bondad, la verdad, la belleza, la justicia, la gratuidad. Roguemos al Señor.
  • Por todas las religiones del mundo, y por todas las iglesias, para que sintamos la necesidad de colocar en el centro la vida digna de las personas. Roguemos al Señor.
  • Por todos los hermanos y hermanas cuya fe se esté perdiendo entre las zarzas del mundo como consumos, ideologías, lujos, trampas, corrupciones, para que el don de la Palabra los gane por dentro a la conversión y el amor. Roguemos al Señor.
  • Por los trabajadores del mar, para que sientan nuestro recuerdo agradecido en este día de Nuestra Señora del Carmen. También por los que han perdido la vida en el mar por accidentes laborales y por los que la han perdido buscando una vida digna. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

Queremos ser mensajeros de tu palabra.
Danos valentía para llevarla por todos los rincones
de nuestra sociedad, Señor.
Queremos ser sembradores de tu Esperanza.
Danos perseverancia para no bajar los brazos
y empezar cada día
como si fuera el primer día de labranza.
Queremos ser anunciadores de Buenas Nuevas.
Danos alegría para contagiar a otros
la gratuidad de tu amor.
Queremos ser tus testigos.
Queremos mostrar con nuestra vida que
Tú estás en medio de nosotros.
Danos la fe a toda prueba
de tantos que, a diario y sin protagonismos,
hacen santo tu nombre,
porque hacen presente en este mundo
al Dios-con-nosotros,
con vida, testimonio y ejemplo de hermanos de todos.