CORPUS CHRISTI

Ambientación inicial

Nos disponemos a celebrar el banquete de hermanos en la fiesta del Corpus Christi; fiesta a la que todos somos invitados: Jesús nos ofrece comer su Cuerpo y beber su Sangre.
En la Eucaristía entramos en comunión con el Señor; recibirlo en nosotros es transformar nuestra vida para vivirla al estilo suyo, de manera que nuestra vida esté cargada de solidaridad, de justicia y de entrega.
Al reunirnos en torno a la mesa de la Eucaristía expresamos nuestro deseo de comunión frente a la exclusión; de integración frente a la marginación; de participación frente la insolidaridad. Bienvenidos al Banquete.

Rito del perdón:

  • Porque estamos en deuda con nuestro prójimo a quien no ayudamos tanto como él necesita. Señor, ten piedad.
  • Porque estamos en deuda con Cristo-Eucaristía, no valorando suficientemente el regalo de su Pan y su palabra. Cristo ten piedad.
  • Porque estamos en deuda con el Padre Dios que nos ama, en tanto que nosotros no cuidamos a sus otros hijos. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

En la Eucaristía se renueva la Alianza, la “sangre de la Alianza”, derramada por todos, no sólo por un pueblo. El que participa de la Eucaristía se une a Dios íntimamente y gusta ya, por anticipado, la plenitud del Reino de Dios. La Eucaristía es actualización de la entrega de Cristo, anticipo, anuncio y ofrenda de Gloria.

Lectura del libro del Éxodo. Éx 34, 3 – 8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime:
«Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor».
Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un alatar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
«Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos».
Entonces Moisés tomó la sangre y roció  al pueblo, diciendo:
«Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha conectado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras».

Salmo 115, 12 – 13. 15 – 16. 17 – 18

Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos.  Heb 9, 11 – 15

Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su «tienda» es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para  que demos culto al Dios vivo!
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

SECUENCIA

Eh aquí el pan de los ángeles
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.

Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.

Buen Pastor, Pan verdadero,
¡oh, Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.

Tú, que todo los sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales,
coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.

Aleluya, aleluya, aleluya

Yo soy el pan vivo que ha bajo del cielo –dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

 Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 14, 12 – 16. 22 – 26

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».
Él envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?
Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.

Oración de los fieles, RESPONDEMOS: “ENSÉÑANOS A AMAR COMO TÚ”

  • Para que la Iglesia que se alimenta día a día de la Eucaristía crezca en amor y en servicio a todos los que buscan al Dios de la vida. Oremos
  • Para que la caridad vaya siempre de la mano de la justicia y de la paz en todas las instituciones públicas y gobiernos de nuestro mundo. Oremos.
  • Para que la atención y el cuidado de las personas más vulnerables esté por encima de toda discriminación de raza, sexo, religión, ideología o cultura. Oremos.
  • Por todos los cristianos, para que su estilo de vida, despierte la conciencia solidaria de los demás. Oremos.
  • Por los voluntarios de Cáritas, para que su forma de actuar haga creíble el evangelio de Jesucristo. Oremos.
  • Por todos nosotros, para que, como animadores en el servicio de la caridad, contribuyamos a un mejor servicio a los más desfavorecidos. Oremos.

Después de la Comunión:

Señor Jesús, resucitado en este pan bendecido:
Ser persona adulta, es decir, responsable de su vida, no es fácil.
Ser cristiano adulto es estar comprometido con el Evangelio.
Nuestra fe, nuestra confianza en Ti, es pobre;
nuestro esfuerzo por hacer un mundo humano es muy limitado;
nuestro compromiso por la verdad, por la justicia,
por el amor, sobre todo a los más débiles,
por la solidaridad… se queda, con frecuencia, en palabras.
Ayúdanos, Señor, a ser serios en lo que merece la pena:
En el amor comprometido por la vida,
en el trabajo por una sociedad sana,
en la lucha por la dignidad de todos,
en el conocimiento de tu evangelio,
en unirnos para la oración comunitaria,
en alimentarnos con tu Cuerpo y Sangre, con tu vida entera.