V DOMINGO DE PASCUA

Ambientación inicial


Estamos ya en los últimos domingos de la cincuentena pascual. Queremos que Jesús mantenga su presencia resucitada en cada uno de nosotros, en la Iglesia, en el mundo. Y que esta presencia sea dinámica. ¡Hay tanta resurrección que anunciar y que sembrar! Todos necesitamos más luz, más fortaleza, más verdad y más amor.
Hoy los enfermos y sus familias, los profesionales de la salud, tienen un espacio especial en nuestra celebración: es la Pascua del Enfermo. Un día y una celebración para unirnos a tanto dolor y sufrimiento como hay en nuestro entorno, pero también para decirles que no están solos, que lo mismo que Jesús les mostró su cercanía y preocupación, lo haremos nosotros como comunidad parroquial.

Rito del perdón:
  • Por las veces que no sabemos perdonar y ser capaces de amarnos los unos a los otros. Señor, ten piedad.
  • Porque no terminamos de abrir el corazón a tu Evangelio y menos anunciarlo. Cristo, ten piedad.
  • Por las veces que nos puede la pereza y la indiferencia y abandonamos nuestra misión. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:


La primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta la actividad frenética de Pablo y Bernabé al servicio de la Iglesia. La segunda lectura, del Libro del Apocalipsis, nos indica hacia dónde nos dirigimos: un cielo nuevo y una tierra nueva. El evangelio de Juan, nos recuerda la Última Cena y el mandamiento nuevo de Jesús: amar hasta la entrega, unos a otros, como yo os he amado.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 14,215-21


En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir.
Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.


El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/

Que todas tus criaturas  te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu Reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/

Lectura del libro del Apocalipsis.  Ap 21, 1 – 5a


Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el «Dios con ellos» será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».

Lectura del santo Evangelio según san Juan Jn 13, 31 – 33ª. 34 – 35


Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».

Oración de los fieles, respondemos: “Padre, Tú que eres Amor, enséñanos a amar”.
  • Por la Iglesia, que ha recibido de Cristo la misión de reconciliar, para que anime nuestro caminar con la luz del Evangelio. Oremos.
  • Que el Espíritu guíe al Papa, a los obispos, a todos cuantos desempeñamos algún servicio o ministerio en la Iglesia. Oremos.
  • Por los enfermos y cuantos sufren en el cuerpo o en el alma, para que a todos llegue la gracia curativa de tu Espíritu. Oremos.
  • Por las familias de los enfermos y los responsables de la salud, tanto políticos como profesionales, para que sientan su tarea como una verdadera vocación. Oremos.
  • Por el mundo, dividido por el odio, la discriminación, la injusticia y la guerra, para que sean posibles la paz y la libertad, como fruto de la justicia y el amor. Oremos.
  • Por todos nosotros, para que practiquemos de verdad el mandamiento de Jesús, de amarnos unos a otros; y, si es posible, como él nos ha amado. Oremos.

Después de la comunión:

Tú nos das, Señor, un mandamiento nuevo,
un mandamiento que no manda,
porque el amor no se puede mandar.
Nos das una señal distintiva, una señal de identidad
que es garantía de calidad y denominación de origen.
Si esto es así, Señor,
queremos que nos reconozcan por nuestro modo de amar,
por nuestra solidaridad, por nuestro modo de relacionarnos,
por nuestra manera de reaccionar y de implicarnos
ante el dolor de los demás.
Nos das un mandamiento nuevo
que está todavía casi por estrenar.
Es tu regalo, es nuestro compromiso,
es nuestra urgencia y es la necesidad de este nuestro mundo roto.
Pero sin ti nada podremos hacer.