EPIFANÍA DEL SEÑOR

Ambientación inicial:

Hoy estamos invitados a celebrar la fiesta de la Epifanía. Dios se manifiesta a todos los pueblos de la Tierra y está presente en medio de nosotros. Él es la Luz, la estrella que guiará nuestra vida. Estamos llamados a adorar a ese Niño pequeño, débil y entrañable. Adorar inclinando nuestro cuerpo y sobre todo nuestro corazón para unirlo al de Jesús.

Rito del perdón:

  • Tú eres la luz, que brilla en la tiniebla. Señor, ten piedad.
  • Tú eres la luz, que alumbras a todos. Cristo, ten piedad.
  • Tú eres la luz, que da vida al mundo. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

El profeta Isaías nos invita a levantar la vista, anunciando un tiempo de luz, reunión y abundancia que caracterizarán los nuevos tiempos. San Pablo, cautivado por Jesús, dedica su vida a anunciarlo. El Evangelio nos muestra que quien ve la luz se pone en camino, el camino de la fe. Jesús, luz de Dios, alumbra a los de cerca y a los de lejos.

Lectura del libro de Isaías

¡Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista la vista en torno, mira:
todos esos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Los reyes de Tarsis y de las islas
le peguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos.

Él librará al pueblo que clamaba
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.

Carta del apóstol san Pablo a los Efesios

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado a favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regales: oró incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Oración de los fieles, respondemos: “Señor, danos tu Luz”.

  • Por la Iglesia, para que presente la revelación de Dios con entusiasmo y convicción a todos los pueblos de la tierra. Oremos   
  • Por quienes rigen los destinos de los pueblos, para que sepan acoger el mensaje de paz, solidaridad y fraternidad que proceden de Dios. Oremos.
  • Para que los niños que hoy celebran con alegría la generosidad de los Reyes vean la generosidad de Dios y se contagien de ella en su relación con otros niños. Oremos.  
  • Pedimos por los misioneros y misioneras que se esfuerzan de palabra y de obra por llevar la luz de Dios a tofos los rincones del mundo. Oremos.
  • Pedimos por las personas que no reconocen en Cristo la gran estrella de Dios. Oremos.
  • Por nuestra comunidad, para que sepamos compartir gratis todos los dones recibidos gratuitamente. Oremos.

Después de la comunión:

Enséñame, Señor, tus caminos;
tus caminos verdaderos,
tus caminos seguros, limpios y fraternos;
tus caminos de gracia, brisa y vida;
tus caminos más queridos;
 a contracorriente de lo que más propaganda tiene,
que se recorren en compañía
y nos dejan a la puerta de tu casa solariega.
Llévame por tus avenidas de paz y justicia,
por tus autopistas de libertad y dignidad,
por tus cañadas de austeridad y pobreza,
por tus sendas de utopía y novedad.
Y, si es preciso, campo a través siguiendo tus huellas.
Y que, al llegar a la puerta de tu casa,
pueda lavarme y descansar en el umbral,
oír tu voz que me llama
y entrar para comer y beber contigo
y sentirme hijo y hermano en el banquete
preparado por ti y tus amigos.