Domingo VI del Tiempo Ordinario ciclo B

Ambientación inicial:

Celebramos la Jornada Mundial del Enfermo y la Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas. No afecta a todos por igual la enfermedad, o las consecuencias del cambio climático. Muchos hermanos nuestros, en demasiados lugares del planeta, viven la desnutrición, el hambre y la muerte, y se ven sumidos en la desesperanza. Hay desigualdad e injusticia.
Que esta Eucaristía nos una en la oración, transforme nuestro corazón y nos mueva a la acción.

Rito del perdón:

  • Por las veces que nos limitamos a vivir simplemente el mero cumplimiento de normas y preceptos. Señor, ten piedad.
  • Por pasar de largo de la enfermedad y el sufrimiento de las personas que viven cerca de nosotros. Cristo, ten piedad.
  • Por no saber pararnos y discernir lo que construye verdaderamente la vida de la comunidad cristiana. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

La compasión en la Biblia no es una mera emoción pasajera, ni un sentimiento de lástima. Es un movimiento interior y físico que impulsa a la persona, desde el amor, para que acometa las obras necesarias orientadas a restablecer al otro en su dignidad y en su necesidad.

Lectura del libro del Levítico.

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes.
Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.
El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: «¡Impuro, impuro!». Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».

R/.     Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero. R/.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

N aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que anuncie el Evangelio con valentía, sin temor a la denuncia, siempre desde la misericordia. Oremos.
  • Por quienes tienen capacidad de decidir, para que actúen en favor de los más desfavorecidos, promoviendo la justicia y la igualdad. Oremos.
  • Por los enfermos y los que se sienten frágiles, para que sientan nuestro abrazo fraterno y nuestra cercanía y ternura. Oremos.
  • Por quienes pasaron a la casa del Padre y nos legaron este mundo para cuidarlo y mejorarlo, en especial por los que desde su trabajo en manos Unidas procuraron el desarrollo de los pueblos. Oremos
  • Por nosotros, para que vivamos en coherencia con la enseñanza de la Iglesia y nos comprometamos en la sostenibilidad de la casa común. Oremos.

Oración después de la comunión

Ayúdanos, Señor, a manchar
nuestras manos con tu realidad.
A oler esos olores de flores y basureros a tu alcance,
de personas sudorosas y pueblos y vidas que se pudren.
A palpar esas costras y blandas realidades
de los hermanos con heridas para poder besarlas,
las soledades que no se tocan,
las estructuras que no se abrazan.
A mirar con tus ojos penetrantes
lo que el mundo esconde de forma vergonzante,
A gustar la amargura del hambre
que no puede masticarse.
A aplicar ese sexto sentido que Tú tienes
para que nos penetre ese tu espíritu de vida
y el alimento de tu carne.
Ayúdanos, señor, a no escandalizarnos de tu Reino,
que toca al leproso y abraza al marginado,
que se contagia de amor mientras se sufre.
Ayúdanos, Señor, a manchar nuestras manos
con esa realidad de cada día
que queremos lejos de nosotros.