Domingo IV de Cuaresma ciclo B 2024

Ambientación inicial:

Bienvenidos, hermanos y hermanas, a esta celebración del cuarto domingo de Cuaresma.
Aunque la primera lectura parece sumergirnos en el abatimiento y la desesperanza, el evangelio nos devolverá la luz. Dios ama tanto a este mundo nuestro que nos ha enviado a su Hijo para que disfrutemos de la vida que Él nos ofrece. Los que hemos creído en Él, estamos llamados a ser portadores de vida en abundancia para otros, especialmente los más vulnerables, los más pobres, los que están en la cuneta de nuestro mudo.

Rito del perdón:

  • Tú, Padre bueno, que siempre nos acoges en tu casa y nos animas a seguir el camino de la vida con confianza.Señor, ten piedad.
  • Tú, Jesús de Nazaret, nuestra referencia en este tiempo de oscuridad, que siempre nos das esperanza. Cristo, ten piedad.
  • Tú, Espíritu de Amor, que das coraje vital y alegría para reanudar nuestros pasos. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

Las lecturas de hoy, en especial la primera, nos sitúan en un contexto de abandono, desesperanza y abatimiento. Parece que todo estáperdido. Sin embargo, Dios nunca abandona a su pueblo a la desolación y el desaliento.
En medio de la situación que vive nuestro mundo, somos llamados y enviados a ser tejedores de esperanza y de sentido de la vida, a abrir cauces de fraternidad que devuelvan al ser humano las luces y los sueños para los que ha sido creado. Para eso envió el Padre a su Hijo, “para que todo el crea en Él tenga vida eterna”.

Lectura del segundo libro de las Crónicas.

EN aquellos días, todos los jefes, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando las aberraciones de los pueblos y profanando el templo del Señor, que él había consagrado en Jerusalén.
El Señor, Dios de sus padres, les enviaba mensajeros a diario porque sentía lástima de su pueblo y de su morada; pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, se reían de sus palabras y se burlaban de sus profetas, hasta que la ira del Señor se encendió irremediablemente contra su pueblo.
Incendiaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, incendiaron todos sus palacios y destrozaron todos los objetos valiosos. Deportó a Babilonia a todos los que habían escapado de la espada. Fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa. Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio de Jeremías:
«Hasta que la tierra pague los sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta cumplirse setenta años».
En el año primero de Ciro, rey de Persia, para cumplir lo que había dicho Dios por medio de Jeremías, el Señor movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino:
«Así dice Ciro, rey de Persia:
El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Quien de vosotros pertenezca a ese pueblo, puede volver. ¡Que el Señor, su Dios, esté con él!».

R/. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentábamos a llorar
con nostalgia de Sion;
en los causes de sus orillas
colgábamos nuestras. R/.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sion». R/.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R/.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

HERMANOS:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo estáis salvados por pura gracia; nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir.
Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Oración de los fieles:

  • Para que la Iglesia, sacramento de Cristo, sea para todos los hombres y mujeres,ante todo, rica en misericordia. Roguemos al Señor.
  • Para que experimentemos que la salvación   no viene de nosotros mismos, ni de nuestros méritos, ni de la observancia de la ley, sino sólo del amor y de la bondad de nuestro Dios. Roguemos al Señor.
  • Para que todos los que se sienten desorientados y perdidos encuentren en el signo de la cruz la luz que movilice sus vidas. Roguemos al Señor.
  • Para que el Señor nos transforme comoa Nicodemo y nos haga nacer de nuevo al evangelio de la misericordia. Roguemos al Señor.
  • Para que nuestra comunidad experimente la necesidad de salir hacia el mundo y mostrar el amor que Dios es, para transformar las estructuras injustas. Roguemos al Señor.

Oración después de la comunión:

Señor,
que quienes te buscan a tientas, te encuentren;
que quienes dudan siempre de ti, no desistan;
que quienes se extravían en su camino, vuelvan;
que quienes creen poseerte, te busquen.

Señor,
que quienes caminan solos, no se pierdan;
que quienes tienen miedo al futuro, se abran a la confianza;
que quienes no logran triunfar, perseveren;
que quienes tienen hambre y sed, sean saciados.

Señor,
que los grandes y poderosos se sientan vulnerables;
que los amargados de la vida disfruten de tus dones;
que los olvidados de todos dejen oír su canción.