IV Domingo de Pascua

Ambientación inicial:

La Eucaristía es un encuentro vivo con nuestro Señor, Jesucristo. Le necesitamos para encontrar sentido a nuestra existencia. Él, que nos acompaña en los caminos de la vida, nos invita ahora a sentarnos a su mesa para alimentarnos de su vida y de su mensaje.
Este domingo, en el que Jesús se nos presenta como el Buen Pastor, es jornada de oración por las vocaciones. Necesitamos con urgencia mensajeros que hayan experimentado a un Dios amigo, enamorado hasta el extremo; y pedimos al Señor que no falten vocaciones de especial consagración a su Iglesia. 

Acto penitencial:

  • Tú que eres el Buen Pastor que conoce a cada uno por su nombre: Señor, ten piedad.
  • Tú que eres el Buen Pastor que nos llamas a seguirte: Cristo, ten piedad.
  • Tú que eres el Buen Pastor que das la vida por nosotros: Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

Los creyentes tenemos motivos para vivir con esperanza en medio de las grandes dificultades. Pedro y Juan se defienden ante el Sanedrín y dan testimonio de Jesús resucitado con valentía. Juan, en su carta, nos dice que “somos hijos de Dios” y que “aún no se ha manifestado lo que seremos”. Por fin, Juan, en el evangelio, nos recuerda que Jesús es nuestro Buen Pastor que no solo nos cuida, sino que dio su vida por nosotros.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8 – 12

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Salmo 117

R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

Bendito el que viene en el nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Primera carta del Apóstol san Juan 3, 1 – 2

Querido hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 11 – 18

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Oración de los fieles, respondemos: “PASTOR BUENO, GUÍANOS”

  • Para que el Papa Francisco, a través de sus gestos de cercanía, compasión y preocupación por los más pobres, vaya haciendo más creíble el mensaje del Evangelio y nos acerque a Jesús. Oremos.
  • Para que, buscando espacios de silencio, escuchemos la voz de Cristo, que nos comunica un mensaje de esperanza, y seamos capaces de interiorizarlo y hacerlo realidad en nuestra vida. Oremos.
  • Para que haya personas, aquí y en los países de misión, que se decidan a seguir a Jesús y a anunciar su Evangelio, escuchando, acompañando y sirviendo. Oremos.
  • Para que escuchemos los sufrimientos de los abandonados, de los enfermos, de los que dudan, y ellos encuentren en nosotros una mano amiga que les muestre la bondad y la compasión de Dios Padre, que no nos deja nunca solos. Oremos.
  • Por las vocaciones, por todas las personas que se sienten llamadas a seguir a Jesús. Por todos los laicos y laicas y las vocaciones consagradas. Oremos.
  • Por las personas a las que se les ha encomendado alguna responsabilidad pastoral, en especial por nuestros sacerdotes, para que el Señor les ayude a desempeñarla con las actitudes evangélicas del Buen Pastor. Oremos
  • Por todos nosotros, que nos sentimos discípulos de Cristo, para que imitemos su vida y demos la nuestra por amor a Él. Oremos
Después de la comunión:

Jesús, deseo escuchar tu voz:
La voz que llamó a Pedro, a Santiago y a Juan; 
la voz que escucharon las gentes de Galilea,
la voz cercana y amiga 
a los pecadores de siempre, 
a los pobres de toda la vida, 
y a los tirados en las cunetas de la vida.
La voz que los cautivó, los levantó del suelo 
y les dio una esperanza para vivir y morir.
Jesús, deseo escuchar tu voz:
En la vida de la gente sencilla que te lleva en el corazón,
en los que, como tú, hacen oír tu voz a favor de los pobres, 
en los que, en la sombra y en el silencio, trabajan por la paz, 
en los que buscan un sentido y no pierden la esperanza, 
en los que perdonan, a pesar de todo, 
en los que, sin pregonar su fe, 
aman y se dan, sin más.