II DOMINGO DE PASCUA -2023

Monición de entrada

Cristo ha resucitado, y la verdad es que no es fácil interiorizar en toda su profundidad la experiencia de Pascua: al que asesinaron por hablar de un Dios Padre y trabajar por una sociedad fraterna, Dios no lo abandonó, lo resucitó y está vivo y camina con nosotros.
Este domingo de Pascua estamos convocados para ir poco a poco asumiendo la experiencia, la novedad, la alegría desbordante, la paz y la esperanza que provoca la Resurrección de Jesús. Bienvenidos.

Rito del perdón:

  • Tú, que nos reuniste en una fraternidad donde poder sentirnos queridos, acogidos y salvados de la soledad y el individualismo. Señor, ten piedad.
  • Tú, que eres la luz que ilumina nuestro camino y da sentido a nuestra vida. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que mostraste en tu vida el amor misericordioso del Padre y moldeas nuestros corazones. Señor, ten piedad.

Ambientación a la palabra:

Hoy la Palabra nos hace ver la fuerza transformadora de la Resurrección de Jesús. Nos trae la paz y la misericordia de Dios Padre. No podemos dejar pasar la oportunidad de ser “tocados” por el Señor, por su Palabra que trae vida, que provoca vida, que hace crecer lo mejor que hay en cada uno de nosotros. Así lo vivieron las primeras comunidades cristianas. Así estamos invitados a hacerlo nosotros.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 42 – 47)

Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
          Sal 117, 2 – 4. 13 – 15. 22 – 24

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia. R/.

Empujaron y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.     1 Pe 1, 3 – 9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.
Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.

Lectura del santo Evangelio según san Juan.     Jn 20, 19 – 31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estando otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Por qué me has visto has creído? Bienaventurados los que crean si haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Oración de los fieles, respondemos: “Sopla sobre nosotros tu Espíritu”

  • Mira, Señor, con bondad a tu Iglesia, para que todos pongamos de nuestra parte y cada vez se parezca más a aquellas comunidades de los orígenes. Oremos.
  • Mira, Señor, con bondad al papa Francisco y a todos los que tienen responsabilidad en la Iglesia. Para que sigan aportando ese aire fresco de resurrección y alegría que no olvida a los pobres. Oremos.
  • Míranos, Señor, para que no os quedemos encerrado en los templos, sino que acompañemos a la sociedad en sus alegrías y los sufrimientos siendo testigos de la bondad del señor. Oremos.
  • Mira, Señor, nuestros corazones que en el día de hoy están tristes ante la existencia de la explotación infantil y el abandono de los mayores. Oremos.
  • Mira. Señor, a cada uno de nosotros para que seamos capaces de ver los brotes de Resurrección que se dan en nuestro mundo. Oremos.

Después de la comunión:

Renueva, Señor, el rostro de tu Iglesia.
Hazla sinodal, compañera de viaje:
Iglesia que vive dentro de su tiempo.
Iglesia que comparte los gozos y las esperanzas,
las tristezas y las angustias de la humanidad.
Haz que no escuche a los “profetas de calamidades”
que ven por todas partes signos de muerte.
Que sea, sin embargo, fiel intérprete
de los signos de vida y de gracia
que el Espíritu no deja de mostrar a lo largo del camino.
Hazla testigo abierto y solidario:
Iglesia que anuncia sin miedo que Cristo ha resucitado.
Iglesia abierta que vive relaciones gozosas
con las demás iglesias y culturas.
Haz que todas las comunidades sean signo del rostro de Cristo.