Domingo XXIX Ciclo B

Ambientación inicial

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía. El Señor nos invita a seguir su ejemplo estando cerca de quien sufre y poniéndonos la servicio de los demás. Él nos enseña que la vida es una cuestión de amor y que la fe supone seguir sus enseñanzas y acoger su voluntad. Nuestro premio es saber y sentir que formamos parte de la familia de Dios.

Rito del perdón:

  • Tú que te compadeces de nuestras debilidades. ¡Señor, ten piedad!
  • Tú que siempre eres misericordioso con todos. ¡Cristo, ten piedad!
  • Tú que siempre eres bueno con nosotros. ¡Señor, ten piedad!

Ambientación a la Palabra:

En la Palabra de este domingo hay un hilo conductor que atraviesa las tres lecturas: la vida entendida como entrega por los demás. El Siervo de Yahvéh, nos dice Isaías, dio su vida por los demás aun sin tener culpa; esta misma idea la profundiza Hebreos, desde la perspectiva radical y novedosa del sacerdocio de Cristo. Jesús, en el evangelio, dice de sí mismo que ha venido a servir no a ser servido.

Lectura del libro de Isaías. Is 53, 10-11

EL SEÑOR quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.

Salmo: Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Lectura de la carta a los Hebreos. Heb 4, 14-16

Hermanos:
Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado.
Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre ha venido a servir
y dar su vida en rescate por muchos. 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 10, 35-45

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
«Podemos».
Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar,
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

Oración de los fieles:

  • Por toda la humanidad, a quien Dios ama, para que miremos más allá de nuestros instintos y nos abramos a la convivencia fraternal. Roguemos al Señor.
  • Por las iglesias cristianas, para que nadie busque  en ellas el poder, los honores o los bienes materiales en beneficio propio. Roguemos al Señor.
  • Por los creyentes en Jesús, que aspiramos a seguir su camino, para que apreciemos con humildad la ayuda  y el servicio más que la obsesión por sobresalir. Roguemos al Señor.
  • Por nosotros mismos, para que descubramos con lucidez nuestras tendencias íntimas a la seguridad egoísta, la insolidaridad, el deseo de superioridad… Roguemos al Señor.
  • Por las personas menos favorecidas de la tierra, cerca o lejos de nosotros, para que sepamos colaborar en la creación de un mundo más justo. Roguemos al Señor.
  • Por nuestra comunidad, para que, las conclusiones de nuestra asamblea parroquial, las vayamos haciendo vida a lo largo del curso. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

Señor, ayúdame a cambiar
para cambiar el mundo.
Necesito renovar el corazón,
la mirada, mis modos de hacer,
para no terminar en un museo.
Y no es sólo renovar lo viejo:
es permitir que el Espíritu Santo
cree algo nuevo.

Señor, vacíame de mis esquemas
para hacer sitio a tu Espíritu
y dejar que sea Él
quien haga nuevas todas las cosas.

Él nos envía, nos acompaña, nos inspira;
Él es el autor de la misión,
y no quiero domesticarlo ni enjaularlo.

Haz que no tenga miedo
de la novedad que viene de Ti,
Señor Crucificado y Resucitado.
Que mi misión sea comunicar tu vida,
tu misericordia, tu santidad.
Enséñame a servir como Tú
para cambiar el mundo.
Amén