DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO -CICLO B

Ambientación inicial:

Bienvenidos a la nuestra Eucaristía dominical. También en este tiempo de verano nos acercamos a la iglesia para avivar nuestra fe. Es necesario que cultivemos nuestra relación personal con Dios y nuestra relación con los demás en este marco de la Eucaristía, donde escuchamos su Palabra y comulgamos su cuerpo.
Que no caigamos en la rutina de ser cristianos y renovemos el deseo de seguir a Jesús con nuevo entusiasmo.

Rito del perdón:

  • Por nuestras desconfianzas y falta de fe en Dios. Señor, ten piedad.
  • Por las veces que nos hemos mostrado soberbios y vanidosos. Cristo, ten piedad.
  • Por todas las ocasiones en que hemos dejado de hacer el bien. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

En la primera lectura escucharemos cómo Dios nos se cansa de dar oportunidades a su pueblo Israel. El evangelio nos cuenta que los nazarenos, por su falta de fe, rechazan a Jesús. El hombre constantemente falla a Dios y, sin embargo, Dios no se cansa de darnos cada día nuevas oportunidades para que nos fiemos de Él.

Lectura de la profecía de Amós. Am 7, 12 – 15

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amós:
«Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino».
Pero Amós respondió a Amasías:
«Yo no soy profete ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros.
Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel”».

Salmo responsorial       Sal 84, 9abc y 10. 11- 14

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

Segunda lectura             Ef 1, 3 – 14

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
El nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
El él, por su sangre, tenemos la redención,
el perdón de los pecados,
conforme a la riqueza de la gracia
que en su sabiduría y prudencia
ha derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad:
el plan que había proyectado realizar por Cristo,
en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
En él hemos heredado también
los que ya estábamos destinados por decisión
del que lo hace todo según su voluntad,
para que seamos alabanza de su gloria
quienes antes esperábamos en el Mesías.
En él también vosotros,
después de haber escuchado la palabra de la verdad
—el Evangelio de vuestra salvación—,
creyendo en él
habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido.
Él es la prenda de nuestra herencia,
mientras llega la redención del pueblo de su propiedad,
para alabanza de su gloria.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza
a la que nos llama.

Evangelio   Mc 6, 7 – 13

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que levaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que sepa hacerse presente en la vida de los hombres y mujeres de nuestro mundo y les ayude a descubrir a Jesús en los acontecimientos de cada día. Roguemos al Señor.
  • Por todos los que viajan en este tiempo de verano, para lleguen felizmente a sus destinos y vuelvan en paz a casa. Roguemos al Señor.
  • Por los que no pueden disfrutar de vacaciones, por los que sufren, por los enfermos, por los desesperanzados y por los que se sienten solos. Roguemos al Señor.
  • Pedimos por los que viven en pueblos pequeños, con frecuencia personas mayores, para que no carezcan de la atención necesaria. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que nuestra fe nos impulse a realizar el bien, especialmente con los que peor lo pasan. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

A veces, Señor, somos como los vecinos de Nazaret:
dudamos de ti, desconfiamos, tenemos miedo.
Por eso necesitamos pedirte una y otra vez:
“Señor, auméntanos la fe”.
Tú conoces bien nuestra pobreza
y sabemos que no te vas a cansar  de darnos oportunidades
y tampoco de ofrecernos tu perdón cuando así te lo pedimos.
Contigo, Señor, las cosas siempre son más fáciles
porque estás de nuestra parte.
Ponemos nuestros ojos fijos en ti, Señor,
esperando tu misericordia,
esperando tu comprensión,
esperando tu amor, esperando tu protección.