V Domingo del Tiempo Ordinario
Ambientación inicial:
Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía, el día en que celebramos la Campaña contra el Hambre que este año propone el reto de compartir la prosperidad para erradicar la pobreza, el hambre y la desigualdad. El Evangelio da la clave para crecer en la fe y combatir el hambre en todos los frentes. “Rema mar adentro” dice Jesús. Manos Unidas responde: “por tu palabra, Señor, echaré las redes”.
Que con la ayuda del Espíritu la fe nos empuje al trabajo de erradicar el hambre espiritual y material.
Rito del perdón:
- Por las veces que no nos tomamos en serio tus palabras. Señor, ten piedad.
- Por las veces que caemos en la comodidad, las inercias y los miedos. Cristo, ten piedad.
- Porque no siempre vivimos el compartir en gratuidad. Señor, ten
- piedad.
Ambientación a la Palabra
En la palabra de hoy, Pablo resume la actitud del profeta Isaías, la suya, la de Pedro y la que todo creyente debe tener: “Por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no se ha frustrado en mí”. Las obras de los creyentes no son fruto de una buena intención, es Dios quien mueve los corazones para “ir mar a dentro”, sin miedo y conseguir pesca abundante para todos.
Lectura del libro de Isaías
EL año de la E muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está per-donado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos untos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; Tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavan do las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serán pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Oración de los fieles:
- Por la Iglesia y todas las iglesias cristianas que, atentas a la voz del Señor, no tengan miedo de anunciarlo y servirlo en el “mar adentro” de las periferias. Oremos.
- Por los gobernantes, que, oído el clamor de los pobres, colaboren en la promoción de leyes justas en favor de los más necesitados. Oremos.
- Por quienes sufren hambre espiritual, viven alejados de la fe o como si Dios no existiera, que, con nuestro testimonio y coherencia de vida, descubran el amor de Dios. Oremos.
- Por los pobres y quienes trabajan con ellos, que el Señor les conceda fuerza para avanzar y sean nueva savia en la Iglesia y en el mundo. Oremos.
- Por nosotros, para que animados por el Señor a no temer a los mares del dolor y sufrimiento vayamos de su mano hasta conseguir el destino universal de los bienes y el bien común. Oremos.
Oración después de la comunión:
Una vez más, echad la red,
no importa que hasta hoy
solo sepáis de redes vacías,
de noches y fracasos.
Jamás olvidéis:
el mayor de lo triunfos,
la mayor de las victorias
nació en una cruz,
cuando nadie quedaba,
cuando nadie esperaba,
solo la noche,
sin sospechar esta
que llegaría el alba.
Echad la red,
no tengáis miedo,
dad sin medida,
a cambio de nada.
Adentraos en el mar
y a quien os pregunte:
¿Por qué lo hacéis?
Decidle que fue Él
quien os mandó
echar de nuevo la red.