Pascua de Navidad 2023

Ambientación inicial

            ¡Feliz Navidad! Hoy en la ciudad de Belén nos ha nacido el Salvador. Dios se ha acercado a toda la humanidad, se ha hecho uno de nosotros, como un niño pequeño y frágil. En este día se nos invita a cantar a coro, para que nuestra voz llegue a todas las gentes que necesitan en su vida oportunidades y esperanzas. Dios ha nacido, y ante esta realidad que se nos revela, acojamos agradecidos el regalo de la vida.

Rito del perdón:

  • Tú eres la Palabra de Dios hecho hombre. Señor, ten piedad.
  • Tú eres la imagen de Dios invisible. Cristo, ten piedad.
  • Tú eres Camino, Verdad y Vida. Señor, ten `piedad.

Ambientación a la Palabra:

Las lecturas de este día de Navidad nos presentan la victoria de la luz sobre la oscuridad. Es el tiempo del consuelo y todos recibimos la buena noticia de la llegada del Señor, que viene a traernos la paz. La carta a los Hebreos nos recuerda que Dios se ha hecho presente en su Hijo, no de manera velada, sino en toda su grandeza. El prólogo del evangelio de San Juan nos describe bellamente el misterio de la Encarnación. El Verbo se ha hecho carne y ha puesto su morada entre los hombres. La tierra entera comienza una nueva etapa, una nueva creación.

Lectura del libro de Isaías.

Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuan más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy”; y en otro lugar: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”?
Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”

Comienzo del santo Evangelio según san Juan

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Credo: Después de decir: Se encarnó de María Virgen y se hizo hombre, paramos y hacemos procesión ante la imagen del Niño, haciendo una simple inclinación de cabeza. Después se continúa con el Credo. 

Oración de los fieles, respondemos: Que recibamos tu luz y tu gracia, Señor”

  • Para que, adorando el misterio de la Navidad, la Iglesia permanezca atenta a la Buena Noticia que nos trae el Emmanuel, Oremos. 
  • Por todos los cristianos, para que demos testimonio, de quien es la LUZ,  con nuestras obras y por ellas todas las personas comprendan que Dios se hizo uno de nosotros. Oremos.
  • Por los que gobiernan el mundo, para que el testimonio del Hijo de Dios, hecho ser humano por nosotros, les ayude a buscar el bien común, especialmente de los más necesitados. Oremos.
  • Pidamos por todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para que unan sus compromisos al de Jesús, hecho hoy carne de nuestra carne. Oremos.
  • Por los que anoche, hoy y, tantos días, a lo largo del año, lo pasan en soledad, para que encuentren en Belén y en los cristianos todo el apoyo que les debemos. Oremos.
  • Oremos por los que como Jesús no tienen sitio en la posada de la vida: migrantes, refugiados, personas sin hogar. Oremos.
  • Pedimos por la paz, para que acabe la locura siempre injusta de la guerra y el sufrimiento inútil de tantas víctimas. Oremos.
  • Por los que formamos esta comunidad, para que no olvidemos que a Dios se le acoge en cada hombre y en cada mujer que nos necesita. Oremos

Después de la comunión:

Que el Buen Dios te mire y te envuelva.
Que el Buen Dios te alegre el corazón.
Que el Buen Dios te llene de paz y de alegría.
Que el Buen Dios te de sabiduría para entender la vida como entrega.
Que el Buen Dios te llene de fuerza en los días grises y de cansancio.
Que el Buen Dios te dé tanto amor que no midas la entrega.
Que el Buen Dios te dé sensibilidad para leer
los susurros secretos del corazón.
Que el Buen Dios sea tu horizonte y tu fuente.
Que Dios Padre, recree cada día tu vida.
Que Dios Hijo, sane y cure las heridas que te encierran en ti mismo.
Que Dios Espíritu Santo, avive en ti todo lo que Jesús
nos dijo y nos dejó como signo de Vida Nueva.
Que todos estos deseos sean una realidad.