Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario C

Ambientación inicial

Bienvenidos a nuestra celebración en esta Jornada Mundial de los Pobres. A nadie le gusta la pobreza, ni ver pobreza. Hoy, millones de personas nos están pidiendo ayuda y no podemos ser sordos ante esa llamada. Hoy, en este domingo, el evangelio nos hablará de que pase lo que pase debemos ser perseverantes, constantes en la fe y en el compromiso solidario para con nuestros hermanos más necesitados. Que no nos dé miedo cambiar el mundo.

Rito del perdón:
  • Tú, defensor de los pobres. Señor, ten piedad.
  • Tú, defensa de los débiles. Cristo, ten piedad.
  • Tú, esperanza de los pecadores. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:

Hemos sido creados para la vida y el amor. Somos imagen de un Dios que nos necesita. Interviene en la historia de cada persona para iluminarla con su justicia. De este Dios somos colaboradores, debemos dar testimonio y trabajar con todo lo que sea vida y plenitud. Con dificultades, con dudas, pero también con perseverancia para que se cumpla su voluntad.

Lectura de la profecía de Malaquías

He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.

R/. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega
para regir la tierra. R/.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Lectura de la segunda carta de san Pablo a los Tesalonicenses

Hermanos:
Ya sabes vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que, con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.
No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo a imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

EN aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: «Yo soy», o bien: «Está llegando el tiempo»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que, acogiendo a todos, sea signo de Cristo en medio del mundo por el amor y la unidad. Roguemos al Señor.
  • Para que quienes tienen la responsabilidad del gobierno de los pueblos encuentren medios para responder a las nuevas formas de pobreza, sin marginar a nadie. Roguemos la Señor.
  • Para que los que sufren, y especialmente los pobres, encuentren en la Iglesia y en la sociedad una respuesta adecuada a su situación, restaurando su dignidad tantas veces pisoteada. Roguemos al Señor.
  • Para que desaparezca la indiferencia y el egoísmo, y la solidaridad y la fraternidad, propia de los hijos de Dios, y nos gastemos y desgastemos en un compartir concreto con quien lo necesite. Roguemos al Señor.
  • Por los cristianos perseguidos a causa de su fe y su entrega, para que Dios Padre sea su fuerza, y nunca les falte el ánimo y la perseverancia. Roguemos al Señor.
  • Para que nosotros, aquí reunidos, sepamos llevar a todos la esperanza gozosa de la venida del Señor, que está siempre a la puerta. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

Cuando me preguntan dónde está tu Dios,
ante tanta muerte, tanta hambre, tanta guerra,
tanta desolación y odio,
las palabras no salen de mi boca,
porque es difícil hablar cuando el dolor lo ocupa todo.
Pero estoy convencido,
desde la misma vida y muerte de Jesús,
que tú estás presente en cada persona sufriente,
en los refugiados, en los inmigrantes,
en los marginados,
en las mujeres despreciadas,
en los niños hambrientos, en los mayores olvidados.
Aunque sé que es imposible expresar tu realidad
con palabras humanas, tu mayor dolor, tu angustia,
es la muerte, en todos los sentidos,
de quienes quieres tanto.
Mi alabanza será la entrega de mi propia existencia,
por la vida y la dicha de los demás.
Ese es mi voto, el que pronuncio a día de hoy.