DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Ambientación inicial:

Reunidos en comunidad, los discípulos junto a María esperaban la venida del Espíritu. Hoy los creyentes esperamos unidos que el Espíritu baje sobre cada uno de nosotros y nos envíe a anunciar la buena noticia de Jesús resucitado. Necesitamos al Espíritu, necesitamos sus dones para poder dar fruto en medio de nuestro mundo que ansía la Luz y la Vida.
Pidamos al Espíritu que nos permita hablar el lenguaje del amor y del consuelo e infunda en nosotros la valentía para ser sus testigos, para proclamar que Jesús vive y que la Iglesia es signo de su presencia salvadora.

Rito del perdón:

  • Porque somos ciegos y no sabemos reconocer la presencia del espíritu en medio de nosotros. Señor, ten piedad.
  • Porque nuestro egoísmo y autosuficiencia nos impiden dejarnos guiar por la acción del Espíritu. Cristo, ten piedad.
  • Por las veces que creamos divisiones y no somos capaces de poner nuestros dones al servicio de la unidad entre los hombres. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

El libro de los Hechos narra el acontecimiento que ya había sido anticipado por Jesús en el Evangelio, cuando, al despedirse de los suyos, les dice que permanezcan en Jerusalén hasta que reciban la “Promesa del Padre”, el Espíritu. En la segunda lectura, Pablo presenta una lista de actitudes a evitar y otra que contiene aquellas que hay que conseguir. En el evangelio, Juan presenta al espíritu como Paráclito, esto es, la fuerza de Dios que consuela, conforta y defiende de las adversidades.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

Al cumplirse  el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse  este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua.»

Envía tu Espíritu, Señor y repuebla la faz de la tierra. R/.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R./

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu Espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Primera carta de san Pablo a los Corintios

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; y hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Secuencia

Ven, Espíritu Santo,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido:
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en el duelo.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Oración de los fieles, respondemos: “Danos tu Espíritu, Señor”

  • Para que nuestros pastores sean testimonio de fraternidad y acogida. Oremos.
  • Para que nuestros gobernantes sean honrados y eficaces en el servicio a los más necesitados. Oremos.
  • Para que los servicios sociales lleguen a cumplir sus objetivos en la atención a nuestros barrios. Oremos.
  • Para que los cristianos seamos testimonio vivo del Señor Resucitado que camina junto a cada persona que habita en la tierra. Oremos.
  • Para que los seguidores de Jesús seamos audaces y valientes en la denuncia profética de las injusticias. Oremos.
  • Para que los que han perdido la esperanza encuentren en nosotros la amistad y las soluciones concretas a sus necesidades. Oremos.

Después de la comunión

Ven, espíritu Santo Creador,
ahora, hoy.
Quédate con nosotros,
danos tu inteligencia
y llena de bondad nuestros corazones.
Tu nombre es: consuelo, inspiración, vida, gracia.
Tú eres novedad, creación fuerza.
Ven, Espíritu Santo,
para que tu Luz ilumine nuestro discurrir
y fortalezca nuestras decisiones.
Eres el que ha hecho todas las cosas buenas,
el que preside nuestro discernimiento
y señala el camino de nuestras opciones.
Tu nombre es unidad, esperanza y amor.
Aléjanos del mal, del egoísmo,
de la injusticia, de la intolerancia y de la dispersión.
Danos tu paz, tu bendición, tu consuelo,
tu serenidad y sabiduría;
para que transformemos nuestro presente,
en la voluntad del Padre que está en los cielos.