Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
Ambientación inicial
Cada día es una oportunidad que tenemos para crecer en esperanza; cada día se nos regalan tiempos, espacios, momentos para cuidarnos y tener conciencia de que caminamos juntos en una Iglesia que nos necesita. Nos necesita como a María, nuestra Madre, a quien hoy celebramos. Que esta Eucaristía, en este día de la Inmaculada Concepción, ensanche nuestro corazón para no perder el horizonte.
Encendido de la segunda vela:
Encendiendo esta segunda vela queremos expresar nuestro deseo de prepararte el camino en medio de nuestros desiertos, de allanar una calzada para que puedas llegar hasta nosotros. Deja que esta luz ilumine nuestra vida para que podamos otear tu promesa, unos cielos nuevos y una tierra nueva, y los hagamos posibles para todos nuestros hermanos y hermanas.
Rito del perdón:
- Tú, que vienes a darnos vida y esperanza. Señor, ten piedad.
- Tú, que deseas la conversión de nuestros corazones. Cristo, ten piedad. Oremos.
- Tú, que quieres habitar en nosotros. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La Palabra de Dios, que la Iglesia propone hoy, pone de manifiesto el pecado del primer Adán y el inicio del remedio, dando gracias a Dios por haber realizado su plan de salvación de una forma tan inaudita. Y, con San pablo, damos gracias a Dios porque podemos celebrar en comunidad la acción salvadora de nuestro Dios.
Lectura del libro del Génesis.
Después de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
«Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo,
porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo, y comí».
El Señor dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú
entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre
y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidades entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y su descendencia;
ella te aplastará la cabeza
cuando tú la hieras en el talón».
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Carta de san Pablo a los Efesios
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él hemos heredado también,
Los que estábamos destinados por decisión
del que hace todo según su voluntad.
para que seamos alabanza de su gloria
quienes antes esperábamos en el Mesías.
Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”». María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Oración de los fieles, respondemos: “María, ábrenos al don de Dios”
- Por nuestra Iglesia para que el testimonio de María estimule nuestra obediencia de fe y amor a lo que Dios nos pide. Oremos.
- Nos disponemos a celebrar el jubileo de la esperanza, para que lo que el Evangelio pone en boca de María nos ayude a alimentar nuestra esperanza de que las cosas pueden cambiar. Oremos.
- Que el Espíritu Santo anime nuestro trabajo en favor de una creación reconciliada, en la que sepamos encontrar cuál es nuestro lugar justo para cuidarla con responsabilidad. Oremos.
- Por nuestro país, para que el Señor nos de lucidez y fuerza para ir cosiendo con esperanza los rotos interpersonales, Oremos.
- Para que como hiciste con María, llenes nuestra vida de generosidad, entrega y humildad para seguir construyendo una sociedad y una Iglesia desde los valores del Evangelio. Oremos
- Por todos y cada uno de nosotros, para que el testimonio de la concepción inmaculada de María aliente nuestra esperanza y fe. Oremos
Después de la comunión:
Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos
no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños
no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor,
fuente de la verdadera alegría.