VI Domingo de Pascua
Ambientación inicial:
Un domingo más estamos invitados a la fiesta de la alegría y de la esperanza. El Señor nos convoca en medio de los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de nuestras vidas, de nuestro “cristianismo cansado”, pues nos quiere anunciar una buena noticia: Dios es amor y es él quien nos ha llamado, quien ha tomado y toma la iniciativa. Nos invita a vivirlo en asamblea fraterna en este día en que la Iglesia celebra la Pascua del enfermo. Pediremos por ellos y sus cuidadores y renovaremos nuestro compromiso de cercanía y cariño hacia ellos. Bienvenidos.
Rito del perdón:
- Tú, que siempre estás con nosotros. Señor, ten piedad.
- Tú, que caminas a nuestro lado. Cristo, ten piedad.
- Tú, que nos esperas siempre. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
La Iglesia, como nos dice la primera lectura, sin la fuerza del Espíritu, no será capaz de salir hacia nuevos territorios de evangelización. En la segunda lectura, el apóstol Pedro. nos invita a estar dispuestos para dar razón de nuestra esperanza: ¿por qué creemos, por qué esperamos, por qué amamos y perdonamos? En el evangelio Jesús promete no dejarnos huérfanos, nunca nos faltará su Espíritu.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque había oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno; estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios:
«¡Qué temibles son tus obras!». R/.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con él.
Con su poder gobierna eternamente. R/.
Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Oración de los fieles:
- El mundo actual está necesitado de testigos más que de maestros, de gestos más que de sermones; para que en la Iglesia sepamos estar a la altura de lo que se nos pide, sirviendo a todos desde el último lugar. Oremos.
- Pedimos por todos los enfermos, en especial por los de nuestra comunidad, para que nuestro corazón esté abierto a estas personas y siempre dispuestos al acompañamiento. Oremos.
- Por los voluntarios y voluntarias que trabajan en la Pastoral de la salud y por el personal sanitario, para que realicen su trabajo con generosidad y cariño. Oremos.
- Por todos los cristianos, para que saliendo de nuestra comodidad vivamos comprometidos con la causa de los empobrecidos. De la tierra. Oremos.
- Por nuestra parroquia, para que sea espacio donde arraigue el servicio voluntario y gratuito y se fomente la acogida hacia los que se acercan a ella. Oremos.
Después de la comunión:
Tengo mis puertas y ventanas abiertas
para que entres en mis entrañas
y descoloques y centres mi corazón
con tus proyectos y ofertas.
Creo en tu creación manifiesta,
creo en tu promesa y esta tierra,
creo y gozo las primicias del Reino;
me siento tocado por tus obras y signos.
Acojo tu paz buena y gratuita
para no vivir con miedo y angustiado
ahora que te vas a la casa del Padre.
¡Y espero que vengáis a vivir conmigo!
Por eso, me dejo conducir por tus caminos,
con tu regalos -gubia y Espíritu-
hacia esos lugares olvidados y rotos,
para ser testigo de tus pasiones y mimos.
Así, aunque me encuentre perdido,
siento que mi vida tiene sentido
y me desborda la alegría de ser testigo
pobre y herido, pero bendecido.
V Domingo de Pascua
Ambientación inicial:
Jesús resucitado, la piedra que desecharon los arquitectos, es ahora el centro de todo, la piedra angular en la que se afirma la tienda de campaña de la Iglesia, y es luz para toda la humanidad. Él es “el camino, la verdad y la vida”. Él es la imagen visible del Padre. Él es quien da sentido a nuestra vida. Bienvenidos a la celebración.
Rito del perdón:
- Por dudar de tu presencia constante en medio de nosotros. Señor, ten piedad.
- Por poner nuestra esperanza solo en nuestras fuerzas, y no en tu poder. Cristo, ten piedad.
- Por no escuchar a la personas más débiles y necesitadas. Señor, ten piedad.
Ambientación a la palabra:
Nuestras comunidades, como nuestras casas, necesitan una piedra clave que sostenga la construcción. A la vez necesitamos pistas para saber situarnos, buscar juntos, saber caminar en esta compleja sociedad. Estemos atentos a la palabra que se nos va a proclamar, nos da pistas para construir la comunidad cristiana y para conocer el camino que debemos transitar los seguidores de Jesucristo en estos tiempos que nos toca vivir.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La Palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Por eso dice la Escritura:
«Mirad, pongo en Sion una piedra angular,
elegida y preciosa;
quien cree en ella no queda defraudada».
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos.
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros.
Y a donde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conocerías también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».
Oración de los fieles, respondemos: “TU AMOR NOS ACOMPAÑA”
- El cambio de época que nos ha tocado vivir es un momento de gracia, una oportunidad para ensayar nuevos caminos de evangelización. Supliquemos con fuerza la luz y el amor necesarios para volver a las huellas de Jesús. Oremos.
- Estamos confundidos ante los cambios sociales, culturales y religiosos que con tanta rapidez se suceden. Que la certeza de que el Hijo vela e intercede por nosotros ante el Padre nos quite el miedo y nos devuelva la calma. Oremos.
- En esta sociedad tan polarizada por el control de la economía mundial siempre pierden los pobres, los débiles, los que no cuentan. Para que la victoria del Resucitado haga desaparecer la injusticia de la faz de la tierra. Oremos.
- Que todos busquemos la verdad que nos hace libres; que en nuestras vidas no tenga cabida la mentira, la falsedad, el disimulo y el engaño. Y aumente cada día la fidelidad al evangelio de Cristo. Oremos.
- Por nuestra comunidad, para que, con creatividad y solidaridad, seamos capaces de ir forjando la Iglesia que tú quieres. Oremos.
Después de la comunión:
Aquí estamos, Señor Jesús: juntos en tu búsqueda.
Señor Jesús, descúbrenos el rostro del Padre.
Señor Jesús, danos la fuerza arrolladora de tu Espíritu.
Señor Jesús, comunícanos tu presencia resucitada.
Señor Jesús, enséñanos a caminar unidos a ti.
Juntos en tu búsqueda, Señor.
¡Señor de los encuentros!
A pie descalzo, en oración sincera.
¡Señor de los caminos!
Empeñados en esta aventura apasionante.
¡Señor del misterio!
Aquí estamos sabiendo que Tú también estás con nosotros.
Porque Tú, Señor, te manifiestas al que te busca;
Porque Tú, Señor, eres la fuerza del que te encuentra.
IV Domingo de Pascua
Ambientación inicial:
Estamos invitados a soñar y a vivir con alegría. Hoy, día del Buen Pastor, es una buena oportunidad para recuperar las ganas de vivir a pesar de tantos problemas sociales, eclesiales y personales. Es tiempo para descubrir que en la vida no caminamos solos y que tenemos un horizonte. Es una oportunidad para llenar nuestros corazones de fiesta. Jesús, es el Buen Pastor, nos acompaña, nos guía, incluso en los días de tormenta.
Que esta eucaristía nos ayude a recuperar el gozo y la ilusión para seguir a Jesús.
Rito del perdón:
- Por las veces que no hacemos realidad las palabras de Jesucristo. Señor, ten piedad.
- Por las veces que no dejamos actuar al Espíritu, te decimos: Cristo, ten piedad.
- Para que el Espíritu sane nuestras heridas y debilidades, te decimos: Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
El Libro de los Hechos sigue presentándonos los primeros pasos de la comunidad pascual, enraizada en Jesús Resucitado, sostenida y proyectada a la misión por el Espíritu Santo. La carta de san Pedro recoge un título precioso de Jesús al que llama “pastor de nuestras almas”. San juan, en su evangelio, desarrolla la imagen de Jesús como “Buen Pastor”, y como “puerta” por la que todos nosotros accedemos a la salvación.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que, al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hace fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa reboza. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Que aguantéis cundo sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados,
porque también Cristo padeció por vosotros,
dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban;
sufriendo no profería amenazas;
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño,
para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas,
pero ahora os habéis convertido
al gran pastor y guardián de vuestras almas.
Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundantemente».
Oración de los fieles, respondemos: “Haznos oír tu voz, Señor”
- Por la Iglesia, para que sepa guiar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo por caminos de vida plena, auténtica, en justicia e igualdad. Oremos.
- Por nuestra parroquia, para que, conducidos por Jesús, sepamos reconocer su voz, su palabra y seamos testigos de su mensaje. Oremos.
- Por los que caminan por este mundo en soledad, en precariedad, en debilidad, en humildad verdadera, para que pongan su confianza en Jesús. Oremos
- Por todos los educadores, para que el ejercicio de su tarea tenga mayor sentido de servicio y entrega generosa en la construcción de una nueva sociedad. Oremos.
- Pedimos por las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que llamados por el Señor pongan su vida al servicio de la comunidad. Oremos.
- Por quienes en nuestras comunidades están llamados a servirlas como el Buen Pastor, para que las amen como el Señor ama a su pueblo. Oremos.
Después de la comunión:
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes praderas me apacienta,
me conduce hacia fuentes de descanso
y repara mis fuerzas.
Conoce mi corazón y mis entrañas,
mis proyectos e ilusiones;
me guía por caminos de justicia,
me enseña los tesoros de la vida
y silba canciones de alegría,
por el amor de su nombre.
Aunque pase por cañadas oscuras
no tengo miedo a nada,
pues él está junto a mí
protegiéndome de ideologías,
de huecas promesas,
de trampas y enemigos.
Su vara y su cayado me dan seguridad.
Aunque tenga cosas urgentes,
no me agobio ni pierdo la paz,
pues su compañía me da serenidad,
hace inútil el febril activismo
y plenifica mis anhelos y mi ser.
Cada día, con gracia renovada,
pronuncia mi nombre con ternura
y me llama junto a él.
Cada mañana me unge con perfume
y me permite brindar,
cada anochecer,
con la copa rebosante de paz.