Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario ciclo A

Ambientación inicial

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía, banquete de la vida cristiana. Otros rechazan la invitación o no saben valorarla    suficientemente. Nosotros, un domingo más, llenos de alegría, nos vestimos el traje del amor para estar a la altura de la fiesta que celebramos como comunidad de Jesús.

Rito del perdón:

  • Por nuestra falta de alegría para vivir la fe. Señor, ten piedad.
  • Por nuestra poca capacidad para confiar. Cristo, ten piedad.
  • Por buscar excusas para no vivir más unidos a Jesús. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra

El banquete nupcial resalta el carácter gratuito y misterioso de Dios a su pueblo. El Señor prepara un festín para todos los pueblos de la tierra, banquete de gozo y salvación, pero muchos no aceptan la invitación. Y Jesús nos dice, salid a los caminos y a todos los que encontréis convidadlos a la boda… y la sala se llenó de comensales. El Señor nos llama todos, no pongamos excusas.

Lectura del libro de Isaías.

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
─lo ha dicho el Señor─.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él y nos ha salvado.
Este es el Señor en quien esperábamos. Celebremos y gocemos con su salvación,
porque reposará sobre este monte la mano del Señor».

R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reces cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.

Oración de los fieles, respondemos:

“Guía nuestros pasos, Señor”.

  • Por todas las comunidades cristianas, para que vivamos la alegría de la fe y el gozo de seguir los pasos de Jesús. Oremos.
  • Por los responsables políticos, económicos, sociales y religiosos, para que siempre busquen el bien común y estén atentos a los más vulnerables. Oremos.
  • Pedimos para que cese la violencia y la guerra, que provocan tanto dolor y muerte. Oremos.
  • Por los que sufren por el motivo que sea, por los que están solos, por los que no tienen trabajo, por los que han perdido la esperanza. Oremos.
  • Por los cristianos perseguidos por el nombre de Jesús, para que su testimonio fortalezca nuestra vida de fe. Oremos.
  • Por los que participamos en el banquete de Jesús, para que, alimentados por Él, trabajemos por la construcción de su Reino. Oremos

¡HAY QUE TENER HAMBRE…!

Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues vives en el pan tierno
que se rompe y se comparte
en cualquier casa, mesa y cruce,
entre hermanos, desconocidos y caminantes.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues tú eres banquete de pobres
y botín de mendigos
que, vacíos, sin campos no graneros,
descubren que son ricos.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
hambre de vida y justicia
que no queda satisfecha
con vanas promesas,
pues, aunque nos sorprendan y atraigan,
no nos alimentan ni satisfacen.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues sin ella olvidamos fácilmente,
a los dos tercios que la tienen,
entre los que tú andas perdido
porque son los que más te atraen.