Domingo XXVIII Ciclo B

Ambientación inicial

Un domingo más nuestra comunidad se reúne a celebrar la Eucaristía que nos constituye como Iglesia, como Pueblo de Dios. Jesús se hace presente en medio de nosotros, nos mira con cariño y nos invita a vaciarnos de todo aquello que no es amor y que nos impide seguirle de verdad: egoísmos, enfados, caprichos, envidias.
Dispongámonos a celebrar con alegría el banquete de amigos, de hermanos en el Señor.

Rito del perdón:

  • Por las veces que no nos guiamos por la sabiduría divina, sino por nuestros caprichos. Señor, ten piedad.
  • Porque ignoramos a nuestros hermanos que son víctimas del hambre y de la miseria. Cristo, ten piedad.
  • Porque nos aferramos a cosas que nos impiden seguir a Jesús. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

La primera lectura nos habla de la necesidad de buscar y pedir la verdadera sabiduría que oriente y dé sentido a nuestra vida. Sabiduría que encontraremos en la Palabra, que es viva y eficaz, como nos dice la carta a los Hebreos, en la segunda lectura. Sabiduría que nos llevará a responder positivamente a la invitación que nos hace  Jesús a seguirle.

Lectura del libro de la Sabiduría. Sab 7, 7-11

SUPLIQUÉ y me fue dada la prudencia,
invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos
y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa,
porque todo el oro ante ella es un poco de arena
y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza
y la preferí a la misma luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos,
tiene en sus manos riquezas incontables.

Salmo responsorial: Sal 89, 12-13. 14-15. 16-17

R. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R.

Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

Lectura de la carta a los Hebreos. Heb 4, 12-13

Hermanos:
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 10, 17-30

EN aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
Jesús le contestó:
«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar
en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Pedro se puso a decirle:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí
y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y
tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna».

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que superando todos los obstáculos y el peso de la historia, sea algún día Iglesia pobre y de los pobres. Roguemos al Señor.
  • Por nuestro mundo, para que algún día se supere la brecha entre ricos y pobres, privilegiados y perdidos. Roguemos al Señor.
  • Por los ricos y poderosos del mundo y de nuestra sociedad, para que desaparezcan los paraísos fiscales, la corrupción y su indiferencia ante el sufrimiento de los empobrecidos. Roguemos al Señor.
  • Por los pobres, los marginados los olvidados de nuestra sociedad, por los que no encuentran salida a su trágica situación. Roguemos al Señor.
  • Por nosotros, para que tomemos conciencia de la injusticia del sistema en el que vivimos y optemos por vivir una “sobriedad compartida”. Roguemos al Señor.
  • Por nuestra comunidad, que el próximo sábado celebrará Asamblea Parroquial, para que sirva para conocernos más, para crecer en creatividad y en compromiso fraterno. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

No basta un “habría que”
para dar forma a los sueños.
Pintar el amor
en muros de piedra
no garantiza vivirlo.
Conformarse con listas
de canciones tristes
es jugar a los náufragos.
La profecía no puede ser tan solo
un slogan de camiseta.
No hay expertos en todo.
De poco sirve un quizás
cuando nos pides un “si”;
de nada, un “alguien lo hará”
cuando tú esperas un “yo”.

Es la constante tensión
que atraviesa nuestros días,
sobrevolar o zambullirnos.

Tú pones la encrucijada,
y nos dejas la decisión:
Vender aire o ser testigos del Reino.