II DOMINGO DE PASCUA

Ambientación inicial

Han pasado ocho días desde que celebramos la Pascua, la presencia del Señor resucitado; hoy vuelve a hacerse presente en nuestra celebración. En este domingo de la Octava de Pascua, celebramos de manera especial la misericordia de Dios; misericordia que se nos da a manos llenas y que nosotros debemos compartir con los demás, especialmente con los más vulnerables y excluidos, entre los que se hallan los que carecen de trabajo o de trabajo decente.
Celebremos como comunidad, reunida en nombre del Señor, nuestra eucaristía, compartiendo la Mesa de la Palabra y la Mesa del Cuerpo y Sangre de Jesús.

Rito del perdón:
  • Tú, que entregaste tu vida por nosotros. Señor, ten piedad
  • Tú, que has sido resucitado de entre los muertos. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que nos has dado una vida nueva. Señor, ten piedad.

Ahora, recibimos el agua que nos recuerda nuestro bautismo, que nos purifica, y que nos inserta en la vida de Jesús y en la comunidad de sus discípulos.

Ambientación a la Palabra:

En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, nos habla de las consecuencias que la resurrección de Jesús tuvo para los suyos. El libro del Apocalipsis, nos introduce en las visiones de Juan, con la confianza que da el saber que el que ha vencido a la muerte es quien da fuerza para salir de las dificultades y persecuciones. El evangelio de Juan nos hablará de cómo los discípulos de Jesús, reunidos en domingo, reconocen que el Señor ha sido resucitado y los envía igual que el Padre había hecho con Él. Tomás no estaba con el resto de la comunidad y tardará más en descubrir al Resucitado.

Oración de los fieles, repodemos: “Jesús resucitado, escúchanos”
  • Por la Iglesia, para que se abra a caminos de sinodalidad que posibiliten la responsabilidad bautismal de los laicos. Oremos
  • Por quienes anuncian con su vida que otro mundo es posible, para que se sientan sostenidos en su esfuerzo por el amor de Dios y sean testigos de su misericordia en el mundo. Oremos
  • Por quienes siguen necesitando signos como Tomás, para que puedan encontrar en la vida de la Iglesia, y en cada uno de los que la formamos, un testimonio de comunión y fraternidad. Oremos
  • Para que llegue la paz a Ucrania y todos los rincones del mundo, evitando tanta muerte, tanto dolor y tanta destrucción absurda. Oremos
  • Por todas las personas que siguen sufriendo el problema del paro o de trabajos míseramente remunerados, para que con el esfuerzo y la solidaridad de todos puedan recuperar la esperanza y la autoestima. Oremos
  • Para que, en nuestro mundo, los pobres sean centro de las preocupaciones de los gobiernos e instituciones. Oremos
  • Por todos nosotros, que compartimos la Eucaristía, para que sepamos hacer de la mesa común una propuesta de vida y manera de relacionarnos. Oremos
Después de la comunión:

Iba hacia ti y te vi venir hacia mí.
Deseaba esperarte y descubrí que me estabas esperando.
Andaba buscándote y te vi venir a mi encuentro.
Anhelaba elegirte, pero tú ya me habías elegido.
Quise correr hacia ti y te vi corriendo hacia mí.
Fui a pedirte perdón y ya estaba perdonado.
Aspiraba a ofrecerte mi amistad y recibí la tuya.
Me apetecía invitarte y recibí tu invitación.
Quería vivir en ti, pero descubrí que vivías en mí.
Decidí entregarme y te recibí a ti como don.
Aprendí a decir “Padre”, cuando oí decir “Hijo”.
Señor, siempre te adelantas,
pero ya no me importa,
porque en ese juego me siento querido,
aprendo a estar en el mundo y estoy contigo.