Domingo XIII del Tiempo Ordinario ciclo A

Ambientación inicial:

En tiempo de verano todo adquiere otro ritmo, todo aparentemente cambia, pero la vida del discípulo no cambia. Es tiempo apropiado para acoger la Palabra de Dios, para adentrarnos en sus sendas y seguir dando testimonio de nuestro caminar tras los pasos de Jesús, en quien confiamos. Hoy nos hace un llamamiento a la generosidad y a la entrega al hermano, a la hospitalidad y a la vida, a la acogida y a la gratuidad. Bienvenidos.

Rito del perdón:

  • Porque, a veces, nos cerramos a la Palabra. Señor, ten piedad.
  • Porque nos cuesta vivir como discípulos tuyos. Cristo, ten piedad.
  • Porque preferimos pasar desapercibidos como discípulos misioneros. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

 El libro de los Reyes ejemplifica la fe en la providencia de Dios: una mujer acoge al profeta Eliseo en su casa, y Dios se hace presente en su vida bendiciéndola. Lo mismo nos dice Jesús: la acogida de los mensajeros del Reino es bendita a los ojos de Dios. Pablo, por su parte, reflexiona en el acontecimiento salvífico central: La Resurrección de Cristo, certeza de vida plena, a la que todos estamos convocados.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

PASÓ Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba.
Ella dijo a su marido:
«Estoy segura de que es un hombre santo de Dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse».
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó.
Entonces se preguntó Eliseo:
«¿Qué podemos hacer por ella?».
Respondió Guejazí, su criado:
«Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano».
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada.
Eliseo le dijo:
«El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo».

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

HERMANOS:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene do sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado para Dios en Cristo Jesús.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.

Oración de los fieles:

  • Para que la llamada de Cristo a seguirlo la recibamos como regalo y gracia que enriquecen la vida de cada día. Roguemos al Señor.
  • Por los que tienen el ministerio de servicio en la Iglesia, para que lo ejerzan con las actitudes de humildad y amor propias del evangelio. Roguemos al Señor.
  • Para que, en la fe, podamos aceptar las cruces de la vida, unidos a la pasión redentora de Cristo. Roguemos al Señor.
  • Por las personas que sufren sin consuelo, para que nuestra fuerza espiritual, apoyada en la oración, contribuya a levantarlos de su postración. Roguemos al Señor.
  • Pedimos por los que trabajan sin descanso por la paz en el mundo, para que no se desanimen ante la lentitud de los procesos y por los que provocan los conflictos y la destrucción, para que se conviertan al bien. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú.
Sé el que apartó del camino la piedra,
el odio de los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y justo,
pero hay, sobre todo, la inmensa alegría del servir.
Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho.
Si no hubiera una rosa que plantar, una empresa que emprender….