V Domingo de Cuaresma

Ambientación inicial:

Con este domingo concluimos el recorrido cuaresmal de este año. Damos gracias a Dios porque lo hemos sentido cercano a nuestras vidas y a la vida del mundo tan necesitadas de su presencia y de su acogida sanadora. Despojémonos del hombre viejo para revestirnos del nuevo y pidamos que el Espíritu, que es “Señor y dador de vida” nos vivifique con su presencia entre nosotros.

Rito del perdón:
  • Tú, que infundes tu espíritu en tu pueblo para que camine y viva. Señor, ten piedad.
  • Tú, que nos haces salir de nuestros sepulcros, de nuestras situaciones de muerte y oscuridad. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que nos invitas a levantar “las losas” que impiden una vida auténtica a tantos hermanos nuestros. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:

Jesús, antes de dirigirse a la tumba de Lázaro, en Betania (casa de los pobres), asegura a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”, convirtiéndose así en el centro de nuestra esperanza. Resucitó a Lázaro y resucita a quienes creen en su palabra de vida eterna, que no deja de ser un desafío para los que carecen de fe y se mueven en el nihilismo.

Lectura de la profecía de Ezequiel

Esto dice el Señor Dios:
«Yo mismos abriré vuestros sepulcros,
y os sacaré de ellos, pueblo mío,
y os llevaré a la tierra de Israel».
Y cuando abra vuestros sepulcros
y os saque de ellos, pueblo mío
comprenderéis que soy el Señor.
Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis;
os estableceré en vuestra tierra
y comprenderéis que yo, el Señor,
lo digo y lo hago ─oráculo del Señor─».

Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa
.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, aldea de María y Marta, su hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.
Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:
«Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
Solo entonces dijo a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Los discípulos le replicaron:
«Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?».
Jesús contestó:
«¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él».
Dicho esto, añadió:
«Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo».
Entonces le dijeron sus discípulos:
«Señor, si duerme, se salvará».
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.
Entonces Jesús les replicó claramente:
«Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro».
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:
«Vámonos también nosotros y muramos con él».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te los concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:
«El Maestro está ahí y te llama».
Apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él, porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María donde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
«Dónde lo habéis enterrado».
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
«Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto le dijo:
«Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».
Jesús le replicó:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, grito con voz potente:
«Lázaro, sal afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Oración de los fieles respondemos: “SEÑOR, DANOS VIDA CON TU VIDA”
  • Por todos los bautizados que formamos la Iglesia de Jesús, para que escuchando al Espíritu acertemos a ser en medio de nuestra sociedad testigos de vida nueva que Jesús regala a todos. Oremos.
  • Por los responsables de los gobiernos de los pueblos, para pongan sus recursos al servicio de una convivencia en justicia y paz. Oremos.
  • Por quienes trabajan en las asociaciones de voluntariado, que se esfuerzan en hacer posible la vida a quienes están en los márgenes y cuidan con cariño de la naturaleza herida. Oremos
  • Por todos los cristianos y catecúmenos, y por los aquí reunidos, para que se reavive en todos nosotros la vida que Cristo nos ha dado y el empeño por una vida más plena. Oremos.
  • Por todos los difuntos, para que estén gozando de la promesa de la vida nueva que les ofrece nuestro Señor. Oremos.
Después de la comunión:

Habla la Vida,
no en palabras ni versos,
no en poemas y cantos,
no en susurro,
no en grito.
Habla, primero,
al abrazar al herido
y dar agua al sediento,
al partirte un poco la espalda
para cargar con loa batidos
¿quién, si no, tirará de ellos?
Habla la vida,
en el perdón sincero,
en el respeto,
en un amor de hermano,
de amigo,
de amante eterno
en la mesa dispuesta
para saciar al hambriento.
Si la Vida calla,
el poema, el grito, el canto…
… es verbo hueco.
Pero si cantan las obras,
si recita el gesto,
si grita la vida, eso es evangelio.