DOMINGO XIV DE TIEMPO ORDINARIO

Ambientación inicial:

Bienvenidos a la nuestra Eucaristía dominical. También en este tiempo de verano nos acercamos a la iglesia para avivar nuestra fe. Es necesario que cultivemos nuestra relación personal con Dios y nuestra relación con los demás en este marco de la Eucaristía, donde escuchamos su Palabra y comulgamos su cuerpo.
Que no caigamos en la rutina de ser cristianos y renovemos el deseo de seguir a Jesús con nuevo entusiasmo.

Rito del perdón:

  • Por nuestras desconfianzas y falta de fe en Dios. Señor, ten piedad.
  • Por las veces que nos hemos mostrado soberbios y vanidosos. Cristo, ten piedad.
  • Por todas las ocasiones en que hemos dejado de hacer el bien. Señor, ten piedad.

Ambientación a la Palabra:

En la primera lectura escucharemos cómo Dios nos se cansa de dar oportunidades a su pueblo Israel. El evangelio nos cuenta que los nazarenos, por su falta de fe, rechazan a Jesús. El hombre constantemente falla a Dios y, sin embargo, Dios no se cansa de darnos cada día nuevas oportunidades para que nos fiemos de Él.

Lectura de la profecía de Ezequiel          2, 2 – 5

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía:
«Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han ofendido hasta el día de hoy. También los hijos tienen dura cerviz y el corazón obstinado; a ellos te envío para que les digas: “Esto dice el Señor”. Te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, reconocerán que hubo un profeta en medio de ellos».

Salmo responsorial     122, 1b – 2b. 3 – 4

R/. Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R/.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R/.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos. R/.

Segunda lectura             2 Cor 12, 7b – 10

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido:
«Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad».
Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado a evangelizar a los pobres.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.                   Mc 6, 1 – 6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Oración de los fieles:

  • Por la Iglesia, para que sepa hacerse presente en la vida de los hombres y mujeres de nuestro mundo y les ayude a descubrir a Jesús en los acontecimientos de cada día. Roguemos al Señor.
  • Por todos los que viajan en este tiempo de verano, para lleguen felizmente a sus destinos y vuelvan en paz a casa. Roguemos al Señor.
  • Por los que no pueden disfrutar de vacaciones, por los que sufren, por los enfermos, por los desesperanzados y por los que se sienten solos. Roguemos al Señor.
  • Pedimos por los que viven en pueblos pequeños, con frecuencia personas mayores, para que no carezcan de la atención necesaria. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que nuestra fe nos impulse a realizar el bien, especialmente con los que peor lo pasan. Roguemos al Señor.

Después de la comunión:

A veces, Señor, somos como los vecinos de Nazaret:
dudamos de ti, desconfiamos, tenemos miedo.
Por eso necesitamos pedirte una y otra vez:
“Señor, auméntanos la fe”.
Tú conoces bien nuestra pobreza
y sabemos que no te vas a cansar  de darnos oportunidades
y tampoco de ofrecernos tu perdón cuando así te lo pedimos.
Contigo, Señor, las cosas siempre son más fáciles
porque estás de nuestra parte.
Ponemos nuestros ojos fijos en ti, Señor,
esperando tu misericordia,
esperando tu comprensión,
esperando tu amor,
esperando tu protección.