Domingo XXIX del Tiempo Ordinario ciclo C
JORNADA DEL DOMUND

Ambientación inicial:

Este domingo celebramos la Jornada del Domund, un día para redescubrir la importancia y la urgencia de la misión. El lema de este año, “Misioneros de esperanza entre los pueblos”, nos recuerda a cada cristiano y a la Iglesia, comunidad de bautizados, nuestra vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de la esperanza, siguiendo las huellas de Cristo.

Rito del perdón
  • Por las veces que no nos dejamos interpelar por tu Palabra. Señor, ten piedad.
  • Porque nos falta confianza y constancia en la oración. Cristo, ten piedad.
  • Porque no damos testimonio de la Buena Noticia que eres Tú. Señor, ten piedad.
Ambientación a la palabra:

En la primera lectura descubrimos cómo la victoria de Israel se obtuvo gracias a la oración constante de Moisés. El apóstol Pablo anima a que la Escritura guíe y ayude a todo cristiano en el seguimiento de Jesús. La parábola que Jesús propone a sus discípulos nos recuerda la necesidad de orar a Dios Padre siempre y con confianza, convencidos de que nos escucha y nos ayudará.

Lectura del libro del Éxodo.

EN aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín. Moisés dijo a Josué:
«Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano».
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.

R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

QUERIDO hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
«Hazme justicia frente a mi adversario».
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
«Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme»».
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Oración de los fieles:
  • Por la Iglesia, para que se ofrezca a los hombres y mujeres de nuestro mundo como servidora de la esperanza que nos trae Cristo resucitado. Roguemos al Señor.
  • Por el Papa, los obispos, sacerdotes y responsables de la pastoral de la Iglesia universal; para que sean testigos de esperanza, que alienten al Pueblo de Dios en medio de sus dificultades. Roguemos al Señor.
  • Por los misioneros, para que, como María, Madre de Jesús, nuestra esperanza, lleven a la vida el mandato misionero de Anunciar la Buena Nueva del Evangelio a todos los pueblos. Roguemos al Señor.
  • Por los gobernantes, para que busquen con honestidad el bien común, priorizando a los más pobres y débiles de la sociedad, Roguemos al Señor.
  • Por los enfermos y los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, para que encuentren consuelo en Dios y cariño y acompañamiento en los hermanos. Roguemos al Señor.
  • Por todos los agentes de la pastoral y voluntarios de nuestra comunidad, para que vivan su entrega con alegría y en gratuidad. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, llamados a ser constructores de la civilización del amor que emana del Evangelio. Roguemos al Señor
Oración después de la comunión.

Padre bueno, haznos “gente de primavera”,
con una mirada siempre llena de esperanza
para compartir con todos.
Ayúdanos a mantener encendida
la llama de esa esperanza,
para que se convierta en una gran hoguera
que ilumine y dé calor
a un mundo abrumado por densas sombras.
Te pedimos por los misioneros y misioneras
que, siguiendo tu llamada,
han ido a otras naciones para dar a conocer
el amor que nos has tenido en Cristo.
Haz de ellos y de todos nosotros
misioneros de esperanza entre los pueblos,
impulsados a acoger, como Él y con Él,
el clamor de la humanidad.
Te lo pedimos por medio de María,
Madre de Jesucristo, nuestra esperanza. Amén.