III Domingo de Adviento
Ambientación inicial
La alegría es una de las características del cristiano y uno de los sentimientos que no pueden faltar ni en nuestras celebraciones ni en nuestro día a día, ya que nos ayuda a poder estar, con buen talante, al lado de aquellos que, en este momento de su vida no ven claro hacia dónde ir o qué hacer. La alegría, a la que nos invita este domingo, no es una alegría pasajera, sosa, carente de fundamento. Es la alegría de los que tienen esperanza, porque Jesús está cerca.
Encendido de la tercera vela:
Desde la otra orilla, en el desierto, clamó una voz:
“El señor va a llegar. Preparad sus caminos”.
Y señaló caminos de esperanza
para un pueblo desengañado de mentiras.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quisiera tener una llave
para abrir caminos nuevos en la noche.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
rompe la cerca que nos impide el paso
y abre para nosotros caminos de vida nueva!
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, salvador!
Rito penitencial:
- Por las veces que dejamos que la tristeza se instale en nuestro corazón. Señor, ten piedad.
- Por tantos momentos en que no somos buena noticia para los demás. Cristo, ten piedad.
- Por las veces que hemos convertido nuestro seguimiento a Cristo en una rutina aburrida. Señor, ten piedad.
Ambientación a la Palabra:
El profeta Sofonías nos invita a la alegría, porque Dios no abandona ni a su pueblo ni a su ciudad elegida, Jerusalén. San Pablo insiste en la alegría como parte de la identidad de los cristianos. El evangelio nos dice que los tiempos ya se han cumplido: la gente está expectante, porque sabe que la llegada del Salvador es inminente.
Lectura de la profecía de Sofonías
Alégrate, hija de Sion, grita de gozo Israel,
regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.
El Señor ha revocado tu sentencia,
ha expulsado a tu enemigo.
El rey de Israel, el Señor,
está en medio de ti,
no temas mal alguno.
Aquel día se dirá a Jerusalén:
«¡No temas! ¡Sion, no desfallezcas!».
El Señor tu Dios está en medio de ti,
valiente y salvador;
se alegra y goza contigo,
te renueva con su amor;
exulta y se alegra contigo
como en día de fiesta.
R/. Gritad jubilosos,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R/
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Aleluya, aleluya, aleluya
El Espíritu del Señor está sobre mí:
me ha enviado a evangelizar a los pobres.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«Entonces, ¿qué debemos hacer?».
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?».
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, ¿qué debemos hacer?».
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan le respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
Oración de los fieles, respondemos: VEN, SEÑOR JESÚS
- Por las personas que no sienten alegría en su vida, para que la llegada del Mesías les haga intuir que esa alegría es posible. Oremos.
- Para que, arraigados en el amor de Dios, y sintiéndonos sus hijos e hijas, podamos establecer relaciones más justas con nosotros mismos, con los demás y con la creación. Oremos.
- Para que nuestra vida espiritual no se convierta en despreocupación por lo material, sobre todo respecto a las personas que vive situaciones de precariedad. Oremos.
- Para que conscientes de todo lo que hemos recibido gratis, seamos capaces de vivir más desprendidamente, capaces de una mayor gratuidad. Oremos.
- Para que sepamos relativizar el valor de las cosas, gracias a experimentar el valor absoluto de la alegría que viene de Dios. Oremos
Oración después de la comunión:
Juan Bautista es íntegro,
no tiene doblez ni medias tintas.
No habla para que le aplaudan,
ni busca el asentimiento de los aduladores.
¿Eres creyente? Comparte.
¿Dices que quieres creer? Sé justo.
¿Presumes de ser piadoso? Sé sincero.
La fe, nos dice Juan,
no es lo mismo que la moral,
pero van de la mano.
La fe, nos dice Juan,
no soporta la inmoralidad
de los buenos de boquilla.
Pero la fe, nos dice Juan,
combate con todo y en todo lugar
la sorna insoportable de los inmorales.
Buen Dios, ilumina nuestro corazón,
para que seamos en todo momento
sencillos, alegres, creyentes,
y vivamos con radicalidad nuestra fe.